jueves, 19 de mayo de 2016

El liberalismo de Ortega

Ortega y Gasset está vigente. Su pensamiento y su prosa son actuales. Sus críticos no son nada ante este gigante de la filosofía del siglo veinte. Dos veces, en los últimos días, ha sido citado Ortega en este periódico. Una para criticarlo por haber creado la Agrupación al Servicio de la República, en 1931, y otra para recuperar su capacidad metafórica para hacer política. No comparto la primera objeción, porque jamás ha habido en España una idea tan clara de un Estado dentro de una Nación como la que formuló Ortega en esa época, y aplaudo la defensa del concepto, del pensamiento, en fin, de la filosofía a través de la creación literaria. Sin metáforas la filosofía muere de rigor mortis. De pesadez. Pero nada de eso es importante, mientras no nos hagamos cargo de que la filosofía política de Ortega, quizá el asunto peor tratado entre los especialistas en la obra del filósofo, contenida en su idea de libertad es clave para construir aquí y ahora, en España, un Estado democrático.

Sí, acaso su idea de libertad, esa esperanza rescatada de la fatalidad, según la feliz definición de su más grande discípula, María Zambrano, es la pauta decisiva del pensamiento de Ortega que aún sigue vigente, sobre todo para saber cuál es el verdadero nivel de democracia alcanzado por nuestras sociedades. No sé, en verdad, si ese concepto de libertad, cuyo origen es tan clásico como nietzscheano, logrará terminar con los venablos lanzados contra Ortega, pero no parece mal camino investigar las complejas repercusiones que tiene el principio liberal orteguiano para la profundización de la nación democrática. Creo que es el mejor camino para defender a Ortega de la falaz acusación que insiste en presentarlo como un antidemócrata. Que en una sociedad cada individuo pueda llegar a ser lo que es sin verse sometido a presiones o favores es el ideal liberal, y acaso la mejor definición del liberalismo español, que preside la entera obra de Ortega. Toda la trayectoria política de Ortega es consecuente y absolutamente coherente con este ideal, que expuso con transparencia y belleza, poéticamente, varias veces a lo largo de su obra, aunque quizá fuese en su famoso discurso de Rectificación de la República, pocos meses después de la llegada del régimen republicano, en abril de 1931, cuando lo formuló con precisión:

Termine de leer “De liberalismo y democracia” de Agapito Maestre en Libertad Digital.

domingo, 8 de mayo de 2016

Los aventureros cuerdos de Rosa Díez

Se suele decir que unas memorias son una venganza. Las memorias de UPYD firmadas por su portavoz, Rosa Díez: “Los aventureros cuerdos: ocho años de rebelión magenta” sigue esa máxima. Díez ha escrito este ensayo para vengarse de Ciudadanos y de los que ella denomina “traidores”.

El libro no es muy extenso, solo 224 páginas. Y como hay mucha transcripción literal de distinta documentación previa, manifiesto fundacional, discursos, etc. hace que la parte original del ensayo quede escasa. La ordenación de los capítulos es cronológica pero sin datar, con mucho anuncio de lo que se contará posteriormente, lo que hace que el relato se quede un poco deshilvanado.

Estas memorias desmemoriadas me han decepcionado bastante. Normalmente cuando un escritor promociona su obra, en las entrevistas, al relatar fragmentos de la misma, los engrandece para aumentar las expectativas de sus futuros lectores. Rosa Díez, en este ensayo, hace lo contrario, en las entrevistas –yo la he escuchado en tres– cuando cuenta anécdotas reflejadas en el libro, las contextualiza con respecto a lo escrito. Es como si al ver las reacciones del entrevistador, que se ha leído el libro, se diese cuenta que se ha pasado de frenada, por lo que tiene que recular. Esto es muy evidente cuando habla del auge de Ciudadanos. En el libro repite incansablemente que el partido presidido por Albert Rivera es una operación de los que “están en las altas torres”. En cambio, en las entrevistas dice que Ciudadanos cubre la necesidad de la sociedad de la regeneración política desde la moderación, puerta que abrió UPYD.

Puedo comprender que la creadora de UPYD empiece el relato con la presentación del partido y que solo reconozca como fuente, a lo realizado desde BASTA YA. Hablar del trabajo previo a la fundación del partido sería reconocer que lo estuvo preparando mientras era eurodiputada del PSOE. Pero que afirme que hasta que no se inventó UPYD nada honrado se había hecho en política, que todo lo hecho por ese partido fue inmaculado y perfecto, y que los demás no les llegaban –a los magenta en general y a ella, como portavoz, en particular– a la suela de los zapatos, me parece de un egocentrismo supino.

Si alguien espera algo de autocrítica, que no lea el ensayo. UPYD era el partido –porque para Díez UPYD ya no existe, murió con su salida– más democrático de España, sus bases estaban conformadas por las personas más válidas y voluntariosas que hay en toda la piel de toro, sus procesos electorales internos eran perfectos y sin embargo escogían –salvo a ella y a Andrés Herzog – a torpes, sinvergüenzas y traidores para presentarse a las elecciones, léase Toni Cantó, Fernando Maura, Ignacio Prendes e Irene Lozano –con esta es especialmente crítica, y no digo yo que sin razón– entre otros. Llega a reconocer que Francisco Sosa Wagner no tenía mucho predicamento entre la militancia y que hubo que ayudarle a ganar las primarias.

Se queja mucho la perdedora por la secretaría general del PSOE, frente a Zapatero en el XXXV Congreso Federal de junio del 2000, que los medios de comunicación han boicoteado a UPYD. Se olvida del apoyo, muy por encima de sus expectativas reales, de El Mundo cuando aún lo dirigía Pedro J. Ramírez y de Federico Jiménez Losantos, del que se olvidó cuando empezó a tener cobertura en el resto de medios para evitar que la tacharan de derechista. Es verdad que en las elecciones del pasado diciembre, UPYD fue maltratado por los medios de comunicación pero era más porque ya estaban muertos que por intereses espurios.

He comenzado esta entrada diciendo que Rosa Díez quería vengarse de Ciudadanos. Supura por la herida y esto le hace llegar a afirmaciones realmente peregrinas. Como que Ciudadanos fue creado por “aquellos que cambian gobiernos sin presentarse a las elecciones” para ser el sustituto de CIU –échale guindas al pavo–, que por eso nunca ha sido crítico con el nacionalismo y que ha estado diez años en el parlamento catalán sin dar molestia alguna. Afirma, la ministrina de Turismo del gobierno de coalición PNV–PSE entre 1991 y 1998, que el intento de coalición entre UPYD y Ciudadanos fue una treta diseñada por los que moran “en las altas torres” para que el partido del desconocido Albert Rivera se comiese el espacio electoral de UPYD, ya que los magentas eran muy molestos para los poderosos y además necesitaban un sustituto de los nacionalistas como muleta del bipartidismo. De ahí nació el Movimiento Ciudadano, según ella.

La que perdió, frente a Nicolás Redondo Terreros, las primarias como candidata del PSE a Lendakari en 1998 se olvida que Albert Rivera intentó hacer frente común con ella desde su fundación, ofreciendo que Ciudadanos se quedaría en Cataluña y que ayudaría a hacer listas en el País Vasco y el resto de España sería para UPYD. Rosa Díez siempre se negó, a pesar de que en Cataluña nunca tuvo ni partido, ni votos. Y solo aceptó reunirse con Rivera cuando se le caía el partido a pedazos, cuando el acuerdo ya era imposible. Díez prefirió sacrificar a su partido que dar alguna oportunidad a sus militantes.

En definitiva, que salvo la anécdota de su reunión con Rajoy y lo que le contaron sobre que Podemos –que era un invento de los poderosos con acuerdo del gobierno, utilizando a la Sexta, para debilitar al PSOE y así obligar a este a entra en la gran coalición, pero que se les fue de las manos– que ha contado en las entrevistas, no cuenta nada más en el libro. Un ensayo prescindible, solo útil para alimentar el ego de la escritora.

jueves, 5 de mayo de 2016

La última del barón

El Partido Popular está de rebajas. De rebajas ideológicas, se entiende. Liquidación por derribo o por fin del negocio. Carente de otra ideología que no sea ese conservadurismo que consiste en no hacer nada, en seguir impertérrito cual estatua de sal aunque se caiga el mundo, el partido que dirige Mariano Rajoy ha decidido hacer almoneda de los últimos restos de lo que fue su ideario en materia educativa. Lo dijimos aquí en septiembre del año pasado (Rajoy suspende la reválida”), y lo acaba de certificar una información que el diario El Mundo adelantaba este martes: “Rajoy rectifica y devuelve a las CC.AA. el control en Educación”. A tomar viento otra de las promesas estrella en la campaña de 2011, la referida a la homogeneización de los niveles educativos de los jóvenes españoles por encima de las fronteras autonómicas. No ha sido necesaria la llegada a la Moncloa de un nuevo Zapatero: Es el propio Gobierno en funciones el que ha decidido evitar ese engorroso trámite mediante el método de dejar la Ley Wert en papel mojado.

Termine de leer “La educación no tiene quien le escriba” de Jesús Cacho.

Y del ascenso del Palencia a la ACB, ya hablaremos otro día.

lunes, 2 de mayo de 2016

Los fracasados

El 20 de Diciembre de 2015, los españoles votamos y elegimos 350 diputados, como en las otras once ocasiones anteriores (incluyendo la constituyente). La primera obligación de esos parlamentarios era elegir a un presidente del gobierno, tras 111 días han sido incapaces de hacerlo y por lo tanto la legislatura ha terminado sin haber empezado. Eso sí, durante todos estos meses y hasta las nuevas elecciones, sus señorías cobrarán el sueldo integro. Han fracasado y el 26 de Junio de 2016 los españoles volveremos a votar.

Pero no todos los diputados tienen el mismo grado de culpa en este fracaso. El principal responsable de la falta de acuerdo para formar un gobierno es Mariano Rajoy Brey. En su afán por no ser el único presidente del gobierno que solo ha estado una legislatura en el cargo y su incapacidad de reconocer que no era parte de la solución, sino parte del problema, le ha impedido tomar la única medida que estaba en su mano para evitar la repetición de las elecciones, su retirada. Es tan obtuso que piensa que si el PP mejora sus resultados el 26-J, los demás no podrán oponerse a que repita como presidente del gobierno.

El otro gran responsable de este fracaso es Pedro Sánchez Pérez-Castejón, que no ha llegado a asumir que siendo el PSOE segunda fuerza política con solo 90 escaños, el peor resultado de su historia, el nunca podría ser presidente del gobierno. Fue positivo que se presentase a una investidura para evitar que Rajoy se eternizase como presidente en funciones, que le habría encantado, y para negociar con el PP desde una posición de fuerza. Pero cometió la estupidez de creer que esa investidura era de verdad y que con su inversión en Podemos podría llegar a ser el presidente más débil y comprometido de la historia. Es tan tonto que no sabe la suerte que ha tenido en fracasar en ese intento.

Los únicos que han intentando que la XI legislatura no fracasase han sido Ciudadanos. Han intentando que se llegase al único acuerdo posible y necesario para España: PP, PSOE y Ciudadanos. Primero consiguieron sumar al PSOE, centrándole y evitando que Sánchez se fuese al monte podemita. Si en ese momento Rajoy hubiese apagado el puro y se hubiese bajado del burro, hoy, tendríamos gobierno pero apostó por volver a las urnas. Que desde entonces y hasta el último día, Sánchez mendigase el apoyo de Podemos como fin y no como táctica para negociar con el PP, solo demuestra que no entiende nada y que él tampoco es parte de la solución.

En definitiva, que tenemos que volver a votar porque su egoísmo y sectarismo les impiden actuar con responsabilidad y porque no tienen un mínimo de patriotismo para alzarse por encima de sus miserables ambiciones. Lo que no saben es que ambos están políticamente muertos, Rajoy porque da igual el resultado electoral, nadie, salvo el PP, le votará para ser presidente. Y Sánchez, porque ha sido elegido por el PSOE para ser el pagano del próximo fracaso electoral.

Coda: Sí, me equivoqué, nunca pensé que nuestros representantes llegasen a ser tan irresponsables. Y eso que soy liberal.