Y vieron los socialistas que lo que hacían los nacionalistas les era bueno. Vieron que manipulando a los niños obtenían adeptos para el mañana y lo quisieron para sí. Cogieron una asignatura la llenaron de sus prejuicios, del neoprogresismo de la era 2.0, de mucho adoctrinamiento y la llamaron Educación para la Ciudadanía.
Para que no se viese la desnudez del engendro le vistieron con: “es igual a las asignaturas de ciudadanía de otros países de Europa”, “es el estudio de la constitución”, “acabará con el adoctrinamiento de la Iglesia Católica”, entre otros ropajes.
Pero no consiguieron engañar a todos y empezaron a soltar lastre: a las CC.AA. les dejaron meter mano para que adecuaran el adoctrinamiento a sus intereses y a la FERE le permitieron que la transmutase en una asignatura de religión bis –daban a esos niños por perdidos para la causa–, pero a los de la pública no les iban a dejar escapar.
Como así tampoco compraron a todos, aumentaron la campaña de agit-prop, que tan buenos resultados les ha dado siempre. Quisieron confundir a los padres al calificar a los objetores de la asignatura como radicales sotanistas que querían imponer la fe católica a los pobres laicos o laicistas, –o como narices se diga en este raro antropomorfismo a la inversa– que solo querían educar a sus hijos en la razón, como si la asignatura del buen socialista compensase a la de religión. Además para esta última hay alternativa –una basura de alternativa, pero la hay–, ¿qué alternativa hay para la EpC?
Aún así más de 50.000 padres objetaron y la justicia les dio la razón a la mayoría de ellos. Pero un buen día un grupo de hombres y mujeres sabios y justos –que ascendieron hasta la magistratura del Tribunal Supremo gracias a sus conocimientos en la Ley, bueno, y también por llevar bien visible el hierro de su ganadería– se reunieron para determinar sobre 4 de esos casos. Tras 3 días de intensa discusión fallaron.
Inciso: en realidad, los magistrados, por unanimidad, obedecieron la consigna gubernamental de prohibir ejercer el derecho constitucional de objetar y durante 3 días reunieron por adición todas las posturas para sacar un auto que, tanto sirve para subir, como para bajar. Y para que no faltase de nada, al más puro estilo Superber, primero dan un adelanto a los medios de comunicación que difiere, en bastante, de la redacción final.
Solo un gobierno dirigido por radicales mantendría este “error” aunque fuese legal, que ya veremos si es constitucional, poco me fío del Tribunal Constitucional de todos modos. Es una asignatura que produce rechazo en un gran sector de la sociedad. Si se quieren ensañar los fundamentos constitucionales hay otras asignaturas donde meterlos. Si se quiere sacar la religión de la escuela pública, que se trabaje para hacerla no obligatoria y que se imparta fuera del horario escolar, tipo catequesis, yo lo apoyaría para después, seguramente, apuntar a mis hijos a esas catequesis. Pero esta EpC no soluciona nada, es más, crea nuevos problemas y el que no lo quiera ver, o es un necio, o un sectario que está de acuerdo con el adoctrinamiento.
Con una enseñanza tan penosa como la actual, lo que hace falta es un aumento en el esfuerzo de los alumnos, más matemáticas, más ingles, etc. y sobretodo una buena base de conocimientos en humanidades. Y quitar la educación de las manos de los separatistas y de los creadores de las nuevas nacioncitas, no ponerla en manos de los adoctrinadores del neomarxismo resurgido.
Estos gobernantes tan pagados de sí mismos, como no llegan, no se dan cuenta que dejar una generación en la ignorancia permite que venga un Hugo Chavez cualquiera y de dos bramidos nos quite a todos del medio, incluidos a ellos, por mucha televisión que controlen.
De momento, a aquellos padres que no quieren asumir su responsabilidad como educadores de sus hijos, les digo: luego no vengáis con pleitos que es ahora cuando se puede evitar y no lo estáis haciendo. Y el resto, seguiremos luchando porque algún día en España se tenga una educación de tal nivel que no se dé el titulo de bachiller sin haberse “envaudalo” los “Episodios Nacionales” de Galdos.