Valor añadido
Uno, que es economista de formación, suele utilizar la terminología de esta para dar su opinión sobre lo que acontece. Soy de los que piensan que en política, perdón, en la partitocracia española, los partidos deben intentar maximizar sus recursos, es decir, conseguir la mayor cantidad de votos con el programa político que pueden llegar a desarrollar y con las personas que pueden presentarlo, representarlo y conformar sus listas. De principios y valores, mejor no hablamos.
Dentro de los recursos humanos de los partidos podemos distinguir, a grandes rasgos, tres grupos de personas: los que aportan valor –generan votos por si mismos–, los que ni fu ni fa y los que restan votos. La lógica debería llevar a intentar llenar el partido de los primeros –los que generan valor añadido–, soportar el mínimo de los segundos y echar a patadas a los terceros. Bien sabemos que no es así, y así nos va.
Distinguir unos de otros, en un sistema de listas blindadas, sin ápice de democracia interna y con persecución del no genuflexo, es harto complicado. La gran mayoría son de los planos, de los que tienen que enseñar sus credenciales para que los ujieres les permitan pasar. Solo en unos escasos casos dentro de los grupos de generan valor añadido o perdida agregada se distingue claramente.
Uno de los que generan, sin duda alguna, valor añadido al PP es Santiago Abascal. Presidente de la fundación DENAES, tertuliano de la COPE –aunque esto a Federico Jiménez Losantos le fastidie–, ensayista, articulista y que ha tenido la osadía, en este nuevo PP socialcristiano, de seguir defendiendo lo cree, y además, decirlo y escribirlo. Imperdonable para gente como Alfonso Alonso que ha terminado por echarle de la dirección del PP alavés, junto a los últimos sangilistas –que no descarto el elemento humano denominado envidia como elemento de suma–. No podía dejarles en minoría, tenía que echarles del todo porque sino en los comités ejecutivos podría haber debate en vez de aplauso reverente, que es lo que quieren estos mediocrillos.
Pero Santi, tú tranquilo, ¿quién se acordará de Alonso cuando le echen de la política? O lo que es peor, ¿quién se acordará de él aunque continúe en política? Por otro lado cuando a los españoles nos entre el vértigo por asomarnos al abismo, serán a personas como Abascal a las que recurriremos para que no sujeten y eviten que nos despeñemos. Así que, déjales que se crean poderosos porque tienen un carguito en su partidito. Si no hay más tonto que aquel que no sabe, ni donde está, ni donde llega.
Coda: restando no se ganan elecciones por mucho que suba el paro.
¡Bravo por Santi!
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