lunes, 1 de febrero de 2010

Alma negra

Hay que tener el alma muy negra, o carecer de ella directamente, para decir esto.

Por Jorge Castrillejo

3 comentarios:

  1. octopusmagnificens1/2/10 23:09

    El rostro es el espejo del alma.

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  2. Anónimo2/2/10 19:12

    Lo de MªAntonia Iglesias es indignante, hay que ser miserables para soltar semejantes infamias. Es asquerosamente repulsiva.

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  3. Anónimo3/2/10 02:08

    Es vomitivo lo de ese personaje telebasúrico, pero qué cabe esperar de la doncella del genocida de Paracuellos y ex-directora de la manipulación de RTVE en tiempos del criminoso felipismo.

    Hay que ver lo que se degradan algunos acólitos y el grado de vileza y ruindad al que llegan esos prototipos del progre de hogaño como la tal María Antonia. Qué asco, y la aplaudirán a rabiar por semejantes barbaridades.

    Muy bueno octoupusmagnificens. Mª Antonia Iglesias es más mala, perversa y siniestra que fea. Y mira que es difícil. Pero es lo que ocurre con algunos engendros de la telebasura socialista, esos especímenes que se retroalimentan haciendo daño, auténticas víboras repletas de veneno como esa arpía de María Antonia. Sus actuaciones circenses en televisión son cada vez más reveladoras de lo que Rodríguez Braun llama "el pensamiento único" refiriéndose a la corrección política de la Secta Progre a la que se le consienten semejantes atrocidades y luego se rasgan las vestiduras ante nimiedades, todo por esa condescendencia acomplejadas ante miserables como esta caricatura de cacatúa reumática carente de la más mínima capacidad de raciocinio que profiere semejantes burradas a un padre de comportamiento ejemplar que quiere Justicia en un país donde es peligroso tener razón mereced a los enterradores de Montesquieu, entre cuyas figuras principales siempre ha estado hozando ese esperpento que tan buen acomodo encuentra en esa Noria tan vomitiva.

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Puedes opinar lo que quieras, siempre que lo hagas con respeto, pero recuerda que uno es reo de sus palabras y dueño de sus silencios, así que tú mismo. Ah, y yo solo me hago responsable de lo mío, que ya es bastante.

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