Inicio del curso político en Palencia

Los tiempos políticos en provincias son distintos a los de la capital. El único horizonte electoral, que en Palencia tienen los políticos locales, es el marcado por las próximas elecciones municipales. Y para eso queda mucho tiempo. Eso hace que las confrontaciones partidistas sean mínimas, cuando no inexistentes. La preocupación está entonces en sus problemas internos.

El PSOE, es decir, Heliodoro Gallego encara un otoño tranquilo. Ahora puede parafrasear aquello de: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo,…”. Ya se ha librado del gerontocrático sector crítico. Oscar López ha demostrado, especialmente en León, que no manda nada. Y en Ferraz ya no están interesados en quitar a ningún candidato porque no sea lo suficientemente radical.

Súmale a esto, que la estafa del soterramiento tiene un nuevo parche que seguramente le dure esta las elecciones y que la oposición bastante tiene con lo suyo como para preocuparse del alcalde. Así que, al día de hoy, podemos decir que Helidoro Gallego vuelve a tener ganas de presentarse a las elecciones. Y si no cambia nada, como se prevé, se presentará de nuevo.

El PP, por el contrario, está totalmente roto. La remodelación que hizo Enrique Martín, en pleno verano, del organigrama de la Diputación ha hecho que la brecha entre carriedistas y martinistas –por llamarles de algún modo– sea insalvable. Ni siquiera es factible el pacto del miedo, el miedo a perder cada uno su mamandurria que siempre ha sido una argamasa eficaz.

Esta guerra fraticida durará como mínimo hasta las próximas elecciones municipales, aunque estos son capaces de no resolverlo ni entonces. Y como siempre los paganos serán los ciudadanos, que amén de mantener a todos ellos, verán como la institución más importante de la provincia es utilizada con fines clanistas.

Algunos dirán que con enfrentamientos internos o sin ellos, la Diputación siempre se ha utilizado como un eficaz instrumento de la política caciquil. Es cierto, una institución creada en la Restauración que mantiene los elementos de su época es normal que sea utilizada para lo que se la creó. Pero esto nos llevaría a entrar en el debate de la viabilidad de las diputaciones en la actualidad o si tendrían cabida, y de que manera, en el cambio institucional que España pide a gritos.

Volviendo al enfrentamiento interno del PP, quiero indicar, como he hecho en otras ocasiones, que nadie espere que estas broncas sean aireadas por los medios de comunicación. Llevamos ya varios meses con ellas y solo nos las cuentan cuando el político de turno las saca. No se consiguen licencias radiofónicas o audiovisuales contando lo que los arrieros de la casta dominante no quieren que se sepa. Por el mismo motivo se consiguen las subvenciones o las suscripciones hasta para el último bedel a costa del erario público. Lo más que veremos serán los efectos colaterales del enfrentamiento institucional entre la Diputación y la delegación de la Junta.

A los que no arriendo la ganancia es los políticos de secano, y con esto me refiero a esos que no se mojan ni bajo la ducha. Porque, en estas guerras internas, el que no es mi amigo es mi enemigo y si no tomas partido, seguramente, te tomen como enemigo en ambos lados. Si, además, tienes un cargo apetecible, te puedes encontrar con un redoblado interés en quitarte de en medio.

Lo peor de todo, a nivel político, es que todo el esfuerzo que el PP se gastará en este enfrentamiento no lo hará en hacerle la oposición a Gallego. Que esta disputa se trasladará a las elecciones, que hará que el PP vaya a ellas renqueante y sin posibilidades de ganarlas. Pero, allá ellos.

Los ciudadanos, por nuestra parte, a sufrir el 20% de paro, la subida de impuestos y la descomposición de los mecanismos democráticos que nos permiten defendernos de los poderosos, principalmente políticos.