Aznar vuelve que esto no hay quien lo aguante

El 30 de junio de 1997 la guardia civil liberaba a José Antonio Ortega Lara tras 532 días de tortura. Entonces no solo no reprochó al ministro de interior, Jaime Mayor Oreja, ni al presidente del gobierno, José María Aznar, que se no cediesen ante ETA para lograr su liberación, sino que le agradeció su resistencia. El valor, el coraje y el sacrificio de este hombre le ha convertido en un referente moral de todo español honrado y decente. Para todo militante del PP era un orgullo compartir partido con él. Ayer Ortega Lara se dio de baja. Formaba parte del PP desde 1987.

¿Qué diréis ahora?: qué se ha vuelto loco, qué quería un cargo. No sé como a muchos no se les cae la cara de vergüenza. ¿Vale la pena tragar con esto por una portavocía, por un “cargito”, por un sueldo inmerecido, por un pasto presupuestario?.

Hoy, como militante, me siento mal, me siento triste, no me gusta lo que veo. No me gusta la deriva que llevamos. No me gustan los clamorosos silencios. Nunca me ha resultado más difícil pertenecer al PP que ahora, ni cuando me insultaban, ni cuando me intentaban agredir por defender al gobierno Aznar, ni cuando veía que los “jetas” se llevaban el gato al agua.

Os voy a contar algo:
Yo milito en el PP para que Ortega Lara fuese el último torturado en España. Para que los españoles residentes en el País Vasco llevasen la libertad a su tierra. Para que España avanzase hacia una democracia plena. Para desarrollar el ideario recogido en la máxima “España y Libertad”.
Yo no milito en el PP para que los políticos, "politiquillos" y anexos cobren sus sinecuras o mamandurrias, cada día más extensas e injustificadas. Tampoco para que se apruebe un estatuto que no quería el 97% de los castellanos y leoneses. Ni tampoco –enterate José Antonio de Santiago-Juárez– para que me conforme con un “readoctrinamiento” de la EPC.

En el 2003, con respecto al futuro del PP, Aznar cometió dos errores: el primero decidir solamente él a su sucesor y el segundo en hacerlo en la persona de Mariano Rajoy, que ha demostrado no estar a la altura. Si Aznar dejase durante un rato de ser Aznar, reconocería estos errores, podría remediarlos y hacer en el congreso de Valencia lo que debió hacer hace 5 años. Aznar debe presentarse para presidir el PP –seguro que lo conseguía– y abrir el partido para que el candidato para el 2012 fuese elegido por las bases, Rajoy se podría presentar y si es elegido tendrá media campaña electoral hecha. Si no lo hace arrastraremos esta crisis hasta que coja las riendas del partido Gallardón y en el 2012, con suerte, el PP tendrá 105 diputados.