Santiago Abascal es otro referente moral, pero no como mero tópico retórico como quizá lo hayan podido usar con María San Gil quienes después la colocaban en un errado (y ojalá no malintencionado) espectro ideológico, muy lejano de quien siempre ha defendido las libertades y pudo ver como disparaban a bocajarro a su compañero de partido y amigo, el periodista Gregorio Ordóñez por el mero hecho de sentirse español y creen en la libertad, que no es un medio para alcanzar un fin político más alto; es en sí misma el fin político más alto.
Santiago Abascal -al igual que otros populares procedentes de lo que aquí se llamó "territorio comanche", véanse Regina Otaola, Carlos Iturgaiz, o el ex-ministro del Interior (y mejor responsable de esa certera de la democracia española), don Jaime Mayor Oreja- es un referente, pero no como mero calificativo por su militancia en un partido nacional de corte liberal en territorio hostil (que ya supone la más mrecida de las loas), sino por sus actuaciones, por sus actitudes y por sus acciones siempre en defensa de las libertades de los españoles, en defensa de la integridad de la unidad española y manteniendo viva la esencia de la Constitución, lo que no es óbice para promover una reforma de la misma que persevere en sus esencias de libertad, pero que elimine el intervencionismo totalitario de manga ancha de que gozan los reaccionarios nacionalismos amorales, segregacionistas y liberticidas que chantajean a las débiles, a veces pusilánimes, y maleables fuerzas nacionales, una de las cuales (esto es, la patulea socialista y secuaces de diferente calibre) renunció a la defensa de la propia nación hace mucho tiempo y, por ende, de la integridad de los ciudadanos que la conforman.
Santiago Abascal es un joven que ha sufrido, lamentado y padecido las garras del terror más infame, un joven que no se ha amilanado ante el terrorismo etarra y el silencio de quienes lo justifican o recogen nueces del árbol que esos sicarios zarandeaban, un joven que no se ha exiliado como otros muchos vascos de la "diáspora" obligados a ello ante la "dictadura silenciosa" del nacionalismo. Abascal ha aguantado denunciando la farsa de la autodeterminación, combatiendo a los cómplices de los verdugos de Buesa, de Pagazartundúa o de su compañero Miguel Ángel Blanco, tras cuyo vil asesinato se forjó el Espíritu de Ermua vilipendiado, vituperado y maltratado por aquellos que prefirieron la claudicación del Estado ante los que portaban las pistolas, las bombas, y el cóctel molotov; por aquellos que optaron por la negociación con los del tiro en la nuca y escogieron la deleznable cesión al chantaje de los verdaderos torturadoress (que lejos de serlo las Cuerpos y Fuerzas Generales del Estado, lo son aquellos que perpetraton el cautivero de Ortega Lara) y lo hizo una progresía mesiánica aunque fuese desde el engaño masivo, la mentira continua y el eufemismo degradante edulcorado con la perversión de lenguaje y la corrección política de esos socialistas que hasta renegaron de la igualdad, dizque baluarte de la izquierda -al menos en otros tiempos según gustaban de alardear-, igualdad (de oportunidades) que no han defendido ante la discriminación lingüística en autonomías donde el bilingüismo era rechazado en favor de la diglosia o el monolingüsmo en la lengua privativa que decían llamar "propia" dando asimismo carta de naturaleza a la insolidaridad interterritorial y respaldando, por tanto, las diferencias entre regiones donde los derechos, supuestos derechos colectivos de los inertes territorios aplastaban (y aplastan) los individuales, y de esa forma la libertad del individuo y con ello la dignidad de éstos que es inherente a ese valor supremo ya mencionado y que ha sido la divisa de políticos ejemplares y personas entrañables que saben lo que es sufrir el fanatismo de ideas políticas disparatadas y delirios llevados a la práctica con la connivencia de los interesados como es el caso del Sr. Abascal.
Abascal no ha renunciado a sus valores, ni a sus principios ni a sus ideas. Nunca lo ha hecho. ME atrevo aventurar que nunca lo hará. Ha sido fiel a sí mismo, sin que eso menoscabase la lealtad al partido en el que milita y desde donde siempre ha defendido ese binomio fundamental que es España y la libertad, y que debe seguir siendo -y lo será- el lema del partido del Sr. Abascal. No se ha resignado, y por eso sigue luchando contra el referéndum ilegal del cadavérico (políticamente hablando) Ibarreche, por eso rompe la papelta de la discordia, del enfretamiento y de la división pese a las reprobaciones de la impertinente presidenta de la Cámara vasca.
Por eso mismo, ha promovido iniciativas, ha propuesto ideas y creado plataformas para la Defensa de la Nación Española. Ha escrito libros, dado conferencias, charlas y discursos, hilvanado certeros artículos y expuesto hirientes, dolorosas, pero mayúsculas verdades. Un chico normal que vivió desde niño los insultos del fanatismo, las amenazas del terror más siniestro, las calumnias más injustas y todo tipo de improperios sabiéndose blanco de los asesinos. Siempre ha ido con la cabeza muy alta, y con razón, comenzó como presidente de las nuevas generaciones vascas, que imagino estarán orgullosísimas del líder que tuvieron y que ahora se ha convertido en uno de los miembros del parlamento vasco más valientes, más osados y con mayor coraje, lo que le permite ser un abanderado de esa España liberal por la que siempre ha apostado, y que sirve también de ejemplo a aquellos que puedan sentirse decepcionados por la siempre triste marcha de María San Gil, o el abandono del gran Ortega Lara que constituyen la memoria viva de nuestra azotada democracia y han de ser para todos la conciencia perpetua de una España que, lejos de arrastrase hacia el ultraje de la putrefacción que le han deseado los tiranos con ínfulas totalitarias vestidos de demócratas ocasionales, decida hacer frente a los atropellos que padece, y por eso, he ahí el ejemplo admirable de una persona íntegra, un político brillante, un patriota liberal comprometido con su país, con sus compatriotas y con sus libertades. Ojalá siga contando mucho y para bien entre los populares vascos que tanto dignifican la política en el sitio que resulta más angosto y menos cómodo, pero crucial, por ello, sólo cabe desarle el mejor de los sinos, y mucho ánimo en tan ardua tarea, porque como ya se ha mencionado, y repito aun a riesgo de ser reiterativo, en efecto, Santiago Abascal es un auténtico "crack".
¡Hola! Soy el anónimo de las 0:36, me alegro de que suscribas la opinión de ayer. La verdad es que lo escribí a horas tardías, y ahora que he vuelto a releerlo, he visto algún errorcillo e incluso algúm baile de letras en alguna palabra, pero es que fui redactándolo según me iba viniendo a la cabeza porque suele ser cuando mejor se expresan las opiniones, o por lo menos, cuando el contenido resulta más certero, más sentido y más trnasparente pues creo que ése sí es claro; y ya no lo revisé, pero bueno, por lo menos sirvió de "desahogo", así que gracias a ti por brindarme este espacio "liberal" en tierra palentinas y complacido por que lo compartas.
Así que gracias a ti por permitirme de vez en cuando entrometerme en tu blog y dejar algún artículo, aunque ya sé que me excedo en la extensión y son algo más que meros "comentarios" [posts como tú los llamas]. En cualquier caso, resulta muy halagador que se agradezca y que haya más cabezas "bien amuebladas" que suscriban gran parte de tus planteamientos, así que gracias por la amable respuesta, máxime en estos tiempos tan "difíciles".
Y lo dicho, personas de la talla de Santi dignifican enormemente la política. Es un ejemplo. Un admirable ejemplo. Gracias a ti.
Puedes opinar lo que quieras, siempre que lo hagas con respeto, pero recuerda que uno es reo de sus palabras y dueño de sus silencios, así que tú mismo. Ah, y yo solo me hago responsable de lo mío, que ya es bastante.
Abascal es un auténtico crack.
ResponderEliminarUn saludo
Un crack que no se corta.
ResponderEliminarNo como otros, siempre haciendo el papel ;)
Enlazo la entrada.
Abascal presidente del PP del Pais Vasco.
ResponderEliminarSantiago Abascal es una persona admirable. Si hubiera muchos políticos como él, otro gallo nos cantaría.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con los cuatro.
ResponderEliminarSantiago Abascal es otro referente moral, pero no como mero tópico retórico como quizá lo hayan podido usar con María San Gil quienes después la colocaban en un errado (y ojalá no malintencionado) espectro ideológico, muy lejano de quien siempre ha defendido las libertades y pudo ver como disparaban a bocajarro a su compañero de partido y amigo, el periodista Gregorio Ordóñez por el mero hecho de sentirse español y creen en la libertad, que no es un medio para alcanzar un fin político más alto; es en sí misma el fin político más alto.
ResponderEliminarSantiago Abascal -al igual que otros populares procedentes de lo que aquí se llamó "territorio comanche", véanse Regina Otaola, Carlos Iturgaiz, o el ex-ministro del Interior (y mejor responsable de esa certera de la democracia española), don Jaime Mayor Oreja- es un referente, pero no como mero calificativo por su militancia en un partido nacional de corte liberal en territorio hostil (que ya supone la más mrecida de las loas), sino por sus actuaciones, por sus actitudes y por sus acciones siempre en defensa de las libertades de los españoles, en defensa de la integridad de la unidad española y manteniendo viva la esencia de la Constitución, lo que no es óbice para promover una reforma de la misma que persevere en sus esencias de libertad, pero que elimine el intervencionismo totalitario de manga ancha de que gozan los reaccionarios nacionalismos amorales, segregacionistas y liberticidas que chantajean a las débiles, a veces pusilánimes, y maleables fuerzas nacionales, una de las cuales (esto es, la patulea socialista y secuaces de diferente calibre) renunció a la defensa de la propia nación hace mucho tiempo y, por ende, de la integridad de los ciudadanos que la conforman.
Santiago Abascal es un joven que ha sufrido, lamentado y padecido las garras del terror más infame, un joven que no se ha amilanado ante el terrorismo etarra y el silencio de quienes lo justifican o recogen nueces del árbol que esos sicarios zarandeaban, un joven que no se ha exiliado como otros muchos vascos de la "diáspora" obligados a ello ante la "dictadura silenciosa" del nacionalismo. Abascal ha aguantado denunciando la farsa de la autodeterminación, combatiendo a los cómplices de los verdugos de Buesa, de Pagazartundúa o de su compañero Miguel Ángel Blanco, tras cuyo vil asesinato se forjó el Espíritu de Ermua vilipendiado, vituperado y maltratado por aquellos que prefirieron la claudicación del Estado ante los que portaban las pistolas, las bombas, y el cóctel molotov; por aquellos que optaron por la negociación con los del tiro en la nuca y escogieron la deleznable cesión al chantaje de los verdaderos torturadoress (que lejos de serlo las Cuerpos y Fuerzas Generales del Estado, lo son aquellos que perpetraton el cautivero de Ortega Lara) y lo hizo una progresía mesiánica aunque fuese desde el engaño masivo, la mentira continua y el eufemismo degradante edulcorado con la perversión de lenguaje y la corrección política de esos socialistas que hasta renegaron de la igualdad, dizque baluarte de la izquierda -al menos en otros tiempos según gustaban de alardear-, igualdad (de oportunidades) que no han defendido ante la discriminación lingüística en autonomías donde el bilingüismo era rechazado en favor de la diglosia o el monolingüsmo en la lengua privativa que decían llamar "propia" dando asimismo carta de naturaleza a la insolidaridad interterritorial y respaldando, por tanto, las diferencias entre regiones donde los derechos, supuestos derechos colectivos de los inertes territorios aplastaban (y aplastan) los individuales, y de esa forma la libertad del individuo y con ello la dignidad de éstos que es inherente a ese valor supremo ya mencionado y que ha sido la divisa de políticos ejemplares y personas entrañables que saben lo que es sufrir el fanatismo de ideas políticas disparatadas y delirios llevados a la práctica con la connivencia de los interesados como es el caso del Sr. Abascal.
Abascal no ha renunciado a sus valores, ni a sus principios ni a sus ideas. Nunca lo ha hecho. ME atrevo aventurar que nunca lo hará. Ha sido fiel a sí mismo, sin que eso menoscabase la lealtad al partido en el que milita y desde donde siempre ha defendido ese binomio fundamental que es España y la libertad, y que debe seguir siendo -y lo será- el lema del partido del Sr. Abascal. No se ha resignado, y por eso sigue luchando contra el referéndum ilegal del cadavérico (políticamente hablando) Ibarreche, por eso rompe la papelta de la discordia, del enfretamiento y de la división pese a las reprobaciones de la impertinente presidenta de la Cámara vasca.
Por eso mismo, ha promovido iniciativas, ha propuesto ideas y creado plataformas para la Defensa de la Nación Española. Ha escrito libros, dado conferencias, charlas y discursos, hilvanado certeros artículos y expuesto hirientes, dolorosas, pero mayúsculas verdades. Un chico normal que vivió desde niño los insultos del fanatismo, las amenazas del terror más siniestro, las calumnias más injustas y todo tipo de improperios sabiéndose blanco de los asesinos. Siempre ha ido con la cabeza muy alta, y con razón, comenzó como presidente de las nuevas generaciones vascas, que imagino estarán orgullosísimas del líder que tuvieron y que ahora se ha convertido en uno de los miembros del parlamento vasco más valientes, más osados y con mayor coraje, lo que le permite ser un abanderado de esa España liberal por la que siempre ha apostado, y que sirve también de ejemplo a aquellos que puedan sentirse decepcionados por la siempre triste marcha de María San Gil, o el abandono del gran Ortega Lara que constituyen la memoria viva de nuestra azotada democracia y han de ser para todos la conciencia perpetua de una España que, lejos de arrastrase hacia el ultraje de la putrefacción que le han deseado los tiranos con ínfulas totalitarias vestidos de demócratas ocasionales, decida hacer frente a los atropellos que padece, y por eso, he ahí el ejemplo admirable de una persona íntegra, un político brillante, un patriota liberal comprometido con su país, con sus compatriotas y con sus libertades. Ojalá siga contando mucho y para bien entre los populares vascos que tanto dignifican la política en el sitio que resulta más angosto y menos cómodo, pero crucial, por ello, sólo cabe desarle el mejor de los sinos, y mucho ánimo en tan ardua tarea, porque como ya se ha mencionado, y repito aun a riesgo de ser reiterativo, en efecto, Santiago Abascal es un auténtico "crack".
Gracias Santi. ¡Ánimo!
Lo dicho... Abascal es un aunténtico "crack".
ResponderEliminarUn político admirable, digno de toda loa y que merece llegar a buen puerto.
Sin duda alguna, todos los vascos, y por extensión los españoles, le estarán agradecidos.
anónimo 0.36:
ResponderEliminarGracias por el post. Lo suscribo desde la primera hasta la última palabra. Esperemos que no Santi no se canse nunca.
anónimo 0.39:
Pero aún no se lo sabemos agradecer, algún dia.
¡Hola! Soy el anónimo de las 0:36, me alegro de que suscribas la opinión de ayer. La verdad es que lo escribí a horas tardías, y ahora que he vuelto a releerlo, he visto algún errorcillo e incluso algúm baile de letras en alguna palabra, pero es que fui redactándolo según me iba viniendo a la cabeza porque suele ser cuando mejor se expresan las opiniones, o por lo menos, cuando el contenido resulta más certero, más sentido y más trnasparente pues creo que ése sí es claro; y ya no lo revisé, pero bueno, por lo menos sirvió de "desahogo", así que gracias a ti por brindarme este espacio "liberal" en tierra palentinas y complacido por que lo compartas.
ResponderEliminarAsí que gracias a ti por permitirme de vez en cuando entrometerme en tu blog y dejar algún artículo, aunque ya sé que me excedo en la extensión y son algo más que meros "comentarios" [posts como tú los llamas]. En cualquier caso, resulta muy halagador que se agradezca y que haya más cabezas "bien amuebladas" que suscriban gran parte de tus planteamientos, así que gracias por la amable respuesta, máxime en estos tiempos tan "difíciles".
Y lo dicho, personas de la talla de Santi dignifican enormemente la política. Es un ejemplo. Un admirable ejemplo. Gracias a ti.
Un cordial saludo