
Ciertamente es una decepción … el ensayo escrito por
Fernando Jáuregui sobre la pasada legislatura. Mal empieza cuando necesita insistir en varias ocasiones que él es un periodista objetivo entre las dos Españas, ya se sabe:
excusatio non petita,… En la introducción nos promete hablar de todo el mundo pero al final solo habla de
Zapatero y de su
“proceso de pa´”.
El libro es un catalogo de las consignas del gobierno, con matices, pero sin salirse del guión: La culpa de casi todo es de
Aznar, tanto del gobierno como de la oposición. Al rey le hace poca gracia el republicano
Zapatero pero para relaciones malas, las que tenía con
Aznar.
Gallardón puede ser el
Sarkozy español.
Zapatero es el nuevo
Adolfo Suarez.
Zapatero está acosado por la otra España, que es muy fuerte y quiere acabar con la segunda transición que el leones nos trae. Etc. Algunos matices: Se lleva mal, y se nota, con
Miguel Barroso, superasesor en comunicación de
Zapatero, le molestó mucho que diese las primeras entrevistas a
Jiménez Losantos y a
P.J. Ramírez. A
Miguel Sebastián le tiene aprecio, aunque reconoce que ha hecho mucho daño al gobierno en su Oficina de Planificación Económica, pero lo iguala al trabajo del profesor
Barea para a
Aznar, como si fuese lo mismo. Comenta algún error cometido por
Zapatero, pero han sido fruto de su optimismo y de las malas compañías. Bueno, y del PP que no le apoyaba en nada.
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Sus amores:
En el segundo capitulo iguala a
Zapatero con
Suarez: en biografía, en importancia de sus proyectos –segunda transición, califica a este periodo–, en cantidad y calidad de sus adversarios, y en hermosura física. También tiene un gran aprecio por
Alfredo Pérez Rubalcaba: todo lo que hace lo hace bien y además sacrificándose por el bien de España. Pero a quién quiere con locura es a
Josep Antoni Duran Lleida al que le gustaría ver como presidente del gobierno. Además habría que sumar a otros personajes como: el juez
Garzón,
Carmen Calvo,
Magdalena Álvarez –la mejor ministra de Fomento de la historia–,
Miguel Angel Moratinos –el más digno ministro de Exteriores, ya que es diplomático–,
Jesús Caldera,
Pedro Solbes y otros periodistas de su misma tendencia
“independiente”, entre otros.
Modificación del Estatuto de Cataluña:
El periodista santanderino, en este punto, nos muestra la peor cara de
Zapatero, aunque intenta desviar las culpas hacia otros protagonistas de la creación del engendro. Nos muestra un
Zapatero que cambia sus puntos de referencia con el fin de dejar descolocados al resto y ganarles la posición a corto plazo, aun a costa de rasgar las costuras del Estado que juró defender.
Fernando Jáuregui nos detalla el acuerdo a que llegaron
Artur Mas y
Rodríguez Zapatero, por el cual, se repartieron territorios, dineros, cargos y personas, al modo de tiranozuelos del medievo feudal.
11–M:
Reconoce no haber seguido mucho el tema pero tiene claro que ha sido al-Qaeda porque
Gorka Knörr, un independentista del Eusko Alkartasuna, le ha dicho que no era ETA. Pero no es tan
“radical” como para acusar al gobierno de
Aznar de mentir, solo le acusa de estirar más de lo debido la posibilidad de que fuese ETA. Aunque reconoce que el PSOE convocó la manifestación ante la sede el PP del día 13, no lo da importancia. Como tampoco fue importante la alocución de
Alfredo Pérez Rubalcaba ese mismo día porque
Rajoy salió antes. Lo que no relata
Fernando Jáuregui es que el primero sale para acusar al gobierno de mentir y el segundo había salido antes para pedir calma a la población. Y desde esa atalaya de conocimiento cataloga a
Luis del Pino de
“manipulador” y aprovecha para
“dar” –que siempre puntúa– a
Federico Jiménez Losantos, a la COPE y a
P.J. Ramírez, a este último menos, que es “el periodista más poderoso de España”. Pero de los
“terroristas suicidas” difundido por su antigua casa –donde no acabó muy bien– no dice nada. De paso y de
“rondón” nos mete su incomprensión sobre como los
“curas” mantienen a esos personajes en el COPE.
Yo se lo podría explicar.
Negociación con ETA:
Lo vista como lo vista,
el director de Diariocritico, este el
leit-motiv del ensayo. Desde el inicio del libro deja clara su postura:
Zapatero hizo bien en negociar con ETA. Fue ETA quién acabó con las
“ansias de paz”.
Zapatero debería volver a intentarlo si se dan las mismas circunstancias. Y todos habríamos apoyado al gobierno –que deberíamos haberlo hecho de cualquier modo– si supusiésemos lo que él sabe y que nos va a relatar a continuación. Pero después de leer con detenimiento todo el ensayo me llevo una nueva decepción, no cuenta nada que se supiese con antelación. Lo único que hace es intentar justificar las aberraciones, que no oculta, perpetradas por el gobierno en general, y por
Rodríguez Zapatero y
Pérez Rubalcaba en particular: Si
Jesús Eguiguren habla con un proetarra durante el gobierno de
Aznar es porque pertenecen a la misma sociedad gastronómica y coinciden por casualidad. Si el gobierno no cuenta que ha seguido en
“contacto” con ETA después del atentando de la T–4 es lógico, siempre tiene que haber
“tomaduras de temperatura” para saber por donde andan y lo tienen que ocultar porque no es bueno que los españoles sepamos lo que pasa sobre ciertas cosas. Aún así reconoce algunos errores –nimios todos ellos– por parte de
Zapatero: no buscar más el apoyo del PP, aunque el principal culpable es el propio PP que no quiso ayudar, confiar demasiado en la bondad de ETA y poco más. Y no salió bien porque ETA había cedido demasiado y se asustó, pero no pasa nada: Navarra está en manos de UPN, se han detenido más etarras que nunca, ahora el gobierno será implacable con ETA y ETA ha salido muy perjudicada de la ruptura de la tregua, es más, está más débil que nunca.
Medios de comunicación:
Según este ex–portavoz del Ayuntamiento de Madrid en tiempos de
Juan Barranco, la mayoría de los medios de comunicación están en contra de
Zapatero. Hace la siguiente cuenta; radios: la COPE –a la que denomina a lo largo del libro como “esa emisora de radio”–, Onda Cero –no conocerá a
Julia Otero–, Punto Radio en contra y solo a la SER –y a veces– a favor, RNE neutral. Prensa escrita: El Mundo, ABC y La Razón en contra, Público y El País a favor, y este último no siempre. Pero lo que se lleva la palma es la disección que hace con los canales de televisión: TVE con
Carmen Caffarel como directora general y con
Fran Llorente como jefe informativos llegó la neutralidad. Pero eso no es todo, establece que Antena 3 es antigubernamental total, Cuatro no siempre a favor pero la Sexta sí –pero estas son muy pequeñas–, pero lo que me ha dejado perplejo es que escriba que Telecinco es neutral, será porque considera que metiendo en “la Noria” a
Miguel Angel Rodriguez,
Jimmy Giménez Arnau y
María Eugenia Yagüe ya equilibra.

Manifestaciones:
Al experto en “pasillear” por el Congreso no le gustan las manifestaciones, ni las de esta legislatura, ni las de la anterior. La política en el parlamento, y los ciudadanos a votar que ya es bastante, en el franquismo no se podía. ¿Qué más queremos?. En este punto voy a transcribir literalmente lo que escribe sobre
Alcaraz, página 348, último párrafo:
“La oposición «extra PP» al gobierno se ha encargado en una serie de rostros: uno de ellos, sin duda, el de Francisco José Alcaraz, un jienense que perdió a su hermano y a sus sobrinos en un atentado de ETA contra una casa cuartel de la Guardia Civil. De ello hace ya muchos años, pero Alcaraz ha mantenido viva la herida en su corazón.” La errata de
“sobrinos” no es mía, así viene en el libro. Cada una que saque la conclusión que crea conveniente.
Pilar Manjón le sobrecogió en su intervención en la Comisión del 11–M. De que dicha intervención fuese preparada no dice nada y de que
Pilar Manjón sustituyese a la anterior presidenta de esa “asociación de víctimas de izquierdas” poco antes de esa comparecencia, tampoco.
Jueces:
Este es uno de los apartados más hilarantes del ensayo, califica a
Conde-Pumpido de buena persona. Le parece anormal que con un gobierno de izquierdas el CGPJ sea conservador, aunque la inmensísima mayoría de jueces y fiscales no formen parte de las asociaciones
“progresistas”. Acusa a la judicatura de ser un frente anti
Zapatero, e incluso de torpedear el
“proceso de pa´”. Demuestra no conocer mucho al mundo de las togas al calificar a
Grande-Marlaska y
Gómez Bermúdez de jueces conservadores. Para
Garzón solo tiene buenas palabras, o clamorosos silencios, es amigo personal de autor.
Conclusiones:
Los juicios del autor parten desde una visión
“progresista” y por tanto favorable al gobierno, pero el resultado final, pese a todos los intentos por edulcorarlo, es demoledor para
Zapatero y sus apoyos, por muy distinta que fuese la intención del autor.
Fernando Jáuregui es un periodista que, sin haber despuntado nunca, está en franca decadencia. Como todo periodista de la transición se cree que trajo la democracia
“a pachas” con los políticos de la época, de ahí que quieran dar lecciones de democracia a los demás. Para él la democracia es un sistema de castas, solo apto para iniciados, donde cada uno tiene su rol y este con sus reglas preestablecidas. En la cúspide de la información –para él lo único importante de la política es el vector información– están los políticos que generan información y la distribuyen, pero solo la cantidad adecuada y en el momento oportuno, y lo hacen, o directamente a la sociedad, o a través de los periodistas. En el segundo nivel están los periodistas que reciben la información y la distribuyen, también en cantidad y momento adecuados. Tienen también la obligación, que es lo que hace interesante el trabajo de periodista, de sacar al político la información que no quiere dar o de interpretar lo que no dice, si lo consiguen han triunfado. Entre ambas castas se responsabilizan de ocultar aquellas informaciones que podrían hacer daño al infantil criterio de la opinión pública, los ciudadanos no estamos preparados para saberlo todo. En el último escalón de la información estamos los citados ciudadanos que, solamente, somos receptores de información, nunca generadores de ella, y si algún ciudadano se inmiscuye en la política es porque quiere entren en el circulo de los políticos. Recibimos la información debidamente manipulada por las castas entendidas y la tenemos que aceptar tal como nos llega, ya que no tenemos la capacidad de procesarla por nosotros mismos. Nuestra participación en la democracia es a través del voto porque la política se hace en el parlamento, o cenáculos de poder adyacentes, donde moran los periodistas del Congreso.