El hombre responsable
Juan Español es un hombre de mediana edad, casado y con dos hijos, la parejita. Juan trabaja de contable en una empresa de tamaño medio y lleva comprobando que desde hace dos años, su empresa se mantiene en el alambre del concurso de acreedores. Mes a mes va librando los pagos por los pelos. La cosa es tan grave que ya no necesitan llevar contabilidad B, ya no necesitan ocultar el exceso de ingresos, ya no los hay. Cualquier día se caen por el abismo.
Juan sabe que en el último año los dueños de la empresa no se han repartido beneficios, ni legales, ni bajo cuerda. Pero Cándido Sindicalista afirma lo contrario, dice que los dueños están expoliando la empresa para cerrarla y así despedir a todo el mundo. Cándido entró en la empresa hace cinco años, su padre que era amigo de los dueños le enchufó. Como Cándido es más vago que la chaqueta de un guardia estuvo dando vueltas por varios departamentos y antes de cumplir su primer aniversario en la empresa ya tenía un pie fuera. Con ese temor en el cuerpo y a pesar de que nunca había tenido ningún interés en el sindicalismo, se afilió a comisiones y salió elegido miembro del comité de empresa. Desde entonces le han dando un cargo sin funciones pero con despacho, para que al menos no estorbe. El otro día le comentó a Juan que en el sindicato están muy contentos con él y que dentro de poco le liberan.
Juan está casado con María Empresaria. María regenta una mercería que heredó de sus padres, también heredó a Teresa Dependienta. Teresa lleva toda la vida en la tienda y la siente como suya. Hasta hace un par de años en la mercería trabajaban un par de dependientas más, pero actualmente no llega ni para pagar a Teresa. María decidió hace tiempo que solo despediría a Teresa cuando se viese obliga a cerrar, se irían las dos juntas a la calle. En los dos últimos meses los beneficios solo han dado para pagar el sueldo a Teresa, desde entonces en la casa de Juan y María solo viven con lo que él gana –que es mucho menos desde que le han reducido el sueldo y le han subido los impuestos–, menos mal que apenas les queda hipoteca pendiente. Ahora se alegran de no haberse comprado un piso más grande. Cuando se casaron tuvieron la oportunidad de comprase un piso el doble de caro, el banco les concedía la hipoteca y podían hacerse cargo de la letra a poco que se sacrificasen. Entonces la prudencia contable de Juan hizo que no se embarcasen en dicha adquisición, ahora estarían en la ruina.
El bajo que hay en el edificio de Juan es del ayuntamiento. Allí hay instaladas las oficinas de varias asociaciones, que gracias a las subvenciones que reciben de todas las administraciones les permiten tener contratadas a cinco personas para que les ayuden a desarrollar sus fines. Una de esas personas es Gabriela Lesbiana, que trabaja a tiempo completo para una asociación de defensa de los derechos de los homosexuales. Está asociación recibe una fuerte subvención estatal para la difusión de la idiosincrasia homosexual, lo que provoca que, al menos, una vez por semana se pongan a repartir trípticos que justifiquen dicha subvención. Gabriela es una machorra, maleducada y descarada, y cuando Juan pasa cerca de ella con su hija, le increpa, porque a Gabriela le ofende que María vista a su hija como una princesita. Juan nunca dice nada, pero que esta mujer le llame fascista, machista, subyugador de las mujeres y otras lindezas por el estilo no le hace ni pizca de gracia. Juan piensa que vestirán a su hija como les dé la gana, pero si protesta igual le meten en la cárcel por homófobo. Así que cuando la ve en la calle procura ir por la otra acera.
Juan tiene de vecino de puerta a Jonathan Perroflauta, un joven de treinta años, que lleva doce años estudiando Geografía e Historia. El primer año sacó dos asignaturas y desde entonces no se sabe si habrá sacado alguna más. Jonathan vive con su madre, una autónoma que tiene instalada su peluquería en un local que compraron muy barato sus padres cuando esa zona aún era el extrarradio. Como Jonathan es hijo de una madre soltera que siempre ha declarado perdidas en su actividad, se ha pasado toda su vida estudiantil, es decir toda su vida, cobrando becas. Dicen que está empadronado en la casa de sus abuelos, en el pueblo, para poder cobrar una subvención que da la Junta, pero Juan no lo sabe de fijo. Pertenece a una asociación estudiantil que también tiene su sede en el bajo. Es frecuente verle subir y bajar de su casa al local del ayuntamiento y viceversa con el portátil de la mano, con el ipad, el móvil, etc. parece ser que el wifi que les paga el ayuntamiento llega a su casa. Jonathan nunca se pierde una buena manifestación, fue de los últimos en abandonar acampadasol.
Juan suele tomarse un café en el bar de Pepe Inválido. Pepe abrió su bar con la indemnización que le dio la factoría Renault cuando se accidentó trabajando en ella. Como cobra una pensión por invalidez, el bar está a nombre de su hermana, pero ha sido siempre Pepe quien lo ha regentado. Al principio, era el bar de los faseros, pero la envidia y el mal carácter de Pepe les ha ido espantando, ya ni viene Julio Fasa, su antiguo compañero de cadena. Discutieron por la visita del presidente de Renault España a las instituciones palentinas. Leyendo la noticia en el periódico, Pepe llamó, a voz en grito, bobos al alcalde de Palencia y al presidente de la Diputación por recibir a ese chantajista. Pepe sostiene que Fasa amenaza todos los años con marcharse de Valladolid y Palencia para que la Junta le subvencione y que a los castellanos y leoneses nos saldría más barato pagar directamente los sueldazos de impresión que tienen los aristócratas de la obreraje –así denomina a los trabajadores de Fasa– que seguir manteniendo las dos factorías. Cuando Julio oyó esto, el increpó, recordándole que él aún podría seguir cobrando uno de esos sueldazos si no llega a chanchullear con el accidente para vivir de una pensión. No, si cuando se pelean las comadres, salen a relucir las verdades.
A Juan le suele acompañar en el café Luis Jubilado. Luis va todas las semanas al médico para que le recete las pastillas que debe tomar diariamente. Para que nunca le falten, Luís, tiene acumuladas en casa varias cajas. Es frecuente que se le caduquen, sobre todo las que deja en la casa del pueblo, donde va casi todos los fines de semana y las del apartamento de Gandía que compró con la indemnización que le dio Caja Duero cuando le prejubilaron a los 57 años.
Juan se encuentra de vez en cuando con Pedro Senador, un antiguo vecino de su padre que lleva en política desde que la inventaron. A sus más de setenta años se está planteando dejar la actividad política en primera fila, como dice él, y no por falta de fuerzas, sino porque en esta legislatura de los recortes, no habrá nada que inaugurar, con lo cual ganar las próximas elecciones estará arto difícil. De todas formas la pensión de oro ya la tiene asegurada. De momento, y para ir desintoxicándose, apenas va una vez al mes al senado.
Otro fijo del bar de Pepe es Sigfredo Gandul, que jamás ha trabajado y que vive en la casa de la santa de su hermana y del calzonazos de su cuñado. Los algo más de cuatrocientos euros de la renta garantizada de ciudadanía que le paga la Junta se los gasta en el bar. Como normalmente se le acaba el dinero a medio mes, siempre está dispuesto a dejarse invitar y Pepe le da algún que otro vinillo a cambio de que le eche una mano en la limpieza del local.
Juan mantiene amistad, desde sus tiempos de universitario, con Jaime Catedrático, que ostenta la cátedra de Sociología en la facultad de económicas de Valladolid. Dentro de un par de días volverá de Cuba donde está llevando una investigación a cuenta de la universidad. Es el tercer viaje que hace a la isla y con otro más, tendrá material suficiente para escribir un libro que editará la propia universidad y que, salvo que lo ponga como material de apoyo de su asignatura, nadie comprará.
Estos son los personajes de una película cuyo guión ya conocemos, porque la vemos todos los días en nuestras calles pero que nunca veremos en nuestros cines porque en este país no hay cineastas de verdad, son simplemente perceptores de subvenciones.
Y Juan se pregunta: Si yo he cumplido, ¿por qué los demás no lo hacen? Juan, como muchos otros españoles, nunca ha vivido por encima de sus posibilidades, todo lo que tiene lo ha conseguido gracias a su esfuerzo, ha contribuido en lo que le tocaba con su país e intenta prosperar para darle lo mejor a sus hijos.
¿Hasta cuándo va a tener que pagar la estafa piramidal de la socialdemocracia keynesiana denominada Estado del Bienestar, que bajo la falacia de que el Estado es el “benefactor” nacido para proteger a los más débiles, en realidad es la manera que tiene la casta política de asignar los recursos, que detraen de la sociedad, en función de la influencia política de cada grupo?
¿Cuándo tendrá Juan un gobierno que se preocupe de él y no de esquilmarlo, que desmonte el Estado glebario que subyuga a los productivos, quitándoles su libertad y su esfuerzo para mantener a la legión de estómagos agradecidos, sinvergüenzas, chupones y gandules que viven de la teta de dicho Estado?
Juan sabe que en el último año los dueños de la empresa no se han repartido beneficios, ni legales, ni bajo cuerda. Pero Cándido Sindicalista afirma lo contrario, dice que los dueños están expoliando la empresa para cerrarla y así despedir a todo el mundo. Cándido entró en la empresa hace cinco años, su padre que era amigo de los dueños le enchufó. Como Cándido es más vago que la chaqueta de un guardia estuvo dando vueltas por varios departamentos y antes de cumplir su primer aniversario en la empresa ya tenía un pie fuera. Con ese temor en el cuerpo y a pesar de que nunca había tenido ningún interés en el sindicalismo, se afilió a comisiones y salió elegido miembro del comité de empresa. Desde entonces le han dando un cargo sin funciones pero con despacho, para que al menos no estorbe. El otro día le comentó a Juan que en el sindicato están muy contentos con él y que dentro de poco le liberan.
Juan está casado con María Empresaria. María regenta una mercería que heredó de sus padres, también heredó a Teresa Dependienta. Teresa lleva toda la vida en la tienda y la siente como suya. Hasta hace un par de años en la mercería trabajaban un par de dependientas más, pero actualmente no llega ni para pagar a Teresa. María decidió hace tiempo que solo despediría a Teresa cuando se viese obliga a cerrar, se irían las dos juntas a la calle. En los dos últimos meses los beneficios solo han dado para pagar el sueldo a Teresa, desde entonces en la casa de Juan y María solo viven con lo que él gana –que es mucho menos desde que le han reducido el sueldo y le han subido los impuestos–, menos mal que apenas les queda hipoteca pendiente. Ahora se alegran de no haberse comprado un piso más grande. Cuando se casaron tuvieron la oportunidad de comprase un piso el doble de caro, el banco les concedía la hipoteca y podían hacerse cargo de la letra a poco que se sacrificasen. Entonces la prudencia contable de Juan hizo que no se embarcasen en dicha adquisición, ahora estarían en la ruina.
El bajo que hay en el edificio de Juan es del ayuntamiento. Allí hay instaladas las oficinas de varias asociaciones, que gracias a las subvenciones que reciben de todas las administraciones les permiten tener contratadas a cinco personas para que les ayuden a desarrollar sus fines. Una de esas personas es Gabriela Lesbiana, que trabaja a tiempo completo para una asociación de defensa de los derechos de los homosexuales. Está asociación recibe una fuerte subvención estatal para la difusión de la idiosincrasia homosexual, lo que provoca que, al menos, una vez por semana se pongan a repartir trípticos que justifiquen dicha subvención. Gabriela es una machorra, maleducada y descarada, y cuando Juan pasa cerca de ella con su hija, le increpa, porque a Gabriela le ofende que María vista a su hija como una princesita. Juan nunca dice nada, pero que esta mujer le llame fascista, machista, subyugador de las mujeres y otras lindezas por el estilo no le hace ni pizca de gracia. Juan piensa que vestirán a su hija como les dé la gana, pero si protesta igual le meten en la cárcel por homófobo. Así que cuando la ve en la calle procura ir por la otra acera.
Juan tiene de vecino de puerta a Jonathan Perroflauta, un joven de treinta años, que lleva doce años estudiando Geografía e Historia. El primer año sacó dos asignaturas y desde entonces no se sabe si habrá sacado alguna más. Jonathan vive con su madre, una autónoma que tiene instalada su peluquería en un local que compraron muy barato sus padres cuando esa zona aún era el extrarradio. Como Jonathan es hijo de una madre soltera que siempre ha declarado perdidas en su actividad, se ha pasado toda su vida estudiantil, es decir toda su vida, cobrando becas. Dicen que está empadronado en la casa de sus abuelos, en el pueblo, para poder cobrar una subvención que da la Junta, pero Juan no lo sabe de fijo. Pertenece a una asociación estudiantil que también tiene su sede en el bajo. Es frecuente verle subir y bajar de su casa al local del ayuntamiento y viceversa con el portátil de la mano, con el ipad, el móvil, etc. parece ser que el wifi que les paga el ayuntamiento llega a su casa. Jonathan nunca se pierde una buena manifestación, fue de los últimos en abandonar acampadasol.
Juan suele tomarse un café en el bar de Pepe Inválido. Pepe abrió su bar con la indemnización que le dio la factoría Renault cuando se accidentó trabajando en ella. Como cobra una pensión por invalidez, el bar está a nombre de su hermana, pero ha sido siempre Pepe quien lo ha regentado. Al principio, era el bar de los faseros, pero la envidia y el mal carácter de Pepe les ha ido espantando, ya ni viene Julio Fasa, su antiguo compañero de cadena. Discutieron por la visita del presidente de Renault España a las instituciones palentinas. Leyendo la noticia en el periódico, Pepe llamó, a voz en grito, bobos al alcalde de Palencia y al presidente de la Diputación por recibir a ese chantajista. Pepe sostiene que Fasa amenaza todos los años con marcharse de Valladolid y Palencia para que la Junta le subvencione y que a los castellanos y leoneses nos saldría más barato pagar directamente los sueldazos de impresión que tienen los aristócratas de la obreraje –así denomina a los trabajadores de Fasa– que seguir manteniendo las dos factorías. Cuando Julio oyó esto, el increpó, recordándole que él aún podría seguir cobrando uno de esos sueldazos si no llega a chanchullear con el accidente para vivir de una pensión. No, si cuando se pelean las comadres, salen a relucir las verdades.
A Juan le suele acompañar en el café Luis Jubilado. Luis va todas las semanas al médico para que le recete las pastillas que debe tomar diariamente. Para que nunca le falten, Luís, tiene acumuladas en casa varias cajas. Es frecuente que se le caduquen, sobre todo las que deja en la casa del pueblo, donde va casi todos los fines de semana y las del apartamento de Gandía que compró con la indemnización que le dio Caja Duero cuando le prejubilaron a los 57 años.
Juan se encuentra de vez en cuando con Pedro Senador, un antiguo vecino de su padre que lleva en política desde que la inventaron. A sus más de setenta años se está planteando dejar la actividad política en primera fila, como dice él, y no por falta de fuerzas, sino porque en esta legislatura de los recortes, no habrá nada que inaugurar, con lo cual ganar las próximas elecciones estará arto difícil. De todas formas la pensión de oro ya la tiene asegurada. De momento, y para ir desintoxicándose, apenas va una vez al mes al senado.
Otro fijo del bar de Pepe es Sigfredo Gandul, que jamás ha trabajado y que vive en la casa de la santa de su hermana y del calzonazos de su cuñado. Los algo más de cuatrocientos euros de la renta garantizada de ciudadanía que le paga la Junta se los gasta en el bar. Como normalmente se le acaba el dinero a medio mes, siempre está dispuesto a dejarse invitar y Pepe le da algún que otro vinillo a cambio de que le eche una mano en la limpieza del local.
Juan mantiene amistad, desde sus tiempos de universitario, con Jaime Catedrático, que ostenta la cátedra de Sociología en la facultad de económicas de Valladolid. Dentro de un par de días volverá de Cuba donde está llevando una investigación a cuenta de la universidad. Es el tercer viaje que hace a la isla y con otro más, tendrá material suficiente para escribir un libro que editará la propia universidad y que, salvo que lo ponga como material de apoyo de su asignatura, nadie comprará.
Estos son los personajes de una película cuyo guión ya conocemos, porque la vemos todos los días en nuestras calles pero que nunca veremos en nuestros cines porque en este país no hay cineastas de verdad, son simplemente perceptores de subvenciones.
Y Juan se pregunta: Si yo he cumplido, ¿por qué los demás no lo hacen? Juan, como muchos otros españoles, nunca ha vivido por encima de sus posibilidades, todo lo que tiene lo ha conseguido gracias a su esfuerzo, ha contribuido en lo que le tocaba con su país e intenta prosperar para darle lo mejor a sus hijos.
¿Hasta cuándo va a tener que pagar la estafa piramidal de la socialdemocracia keynesiana denominada Estado del Bienestar, que bajo la falacia de que el Estado es el “benefactor” nacido para proteger a los más débiles, en realidad es la manera que tiene la casta política de asignar los recursos, que detraen de la sociedad, en función de la influencia política de cada grupo?
¿Cuándo tendrá Juan un gobierno que se preocupe de él y no de esquilmarlo, que desmonte el Estado glebario que subyuga a los productivos, quitándoles su libertad y su esfuerzo para mantener a la legión de estómagos agradecidos, sinvergüenzas, chupones y gandules que viven de la teta de dicho Estado?
Me falta en ese tostón de película los papeles de "Jose Virrey", amigotes y amantes varios para que sea como la vida misma
ResponderEliminarGrandioso... Un retrato perfecto de la fauna que nos rodea... (lo de Jonathan Perroflauta, impagable...)
ResponderEliminar1. "Toston" como la vida misma, obsesivo.
ResponderEliminarTocayo: gracias.
extraordinario diagrama colectivo: esa es la realidad. Fenomenalmente escrito
ResponderEliminarsaludos blogueros
Y en la entreplanta de la casa de Juan están las oficinas de la Camareta Rural y Agraria Provincial en la que trabaja, entre otros pseudofuncionarios que accedieron sin oposición, un tal Jorge Economata, que cobra su seguro sueldo mensual a costa de los impuestos de los muchos Juanes Responsables que en España se ganan honradamente la vida y que se muere de ganas por que su partido, el Papeles Perdido(PP) le vuelva presentar a las elecciones, aunque solo sea a las del ayuntamiento de su pueblo.
ResponderEliminarTodos nos hemos identificado con alguno de estos personajes, es la sociedad que nos rodea. Muy bueno Jorge.
ResponderEliminarMuy bueno el retrato de la sociedad actual, pero te faltan dos personaje:
ResponderEliminarPaco Tramposo. Parado que no deja de trabajar en chapuzas, llenando los bolsillos en negro al tiempo que cobra la prestación de desempleo y si te apuras recoge los alimentos de la Cruz Roja. Este "pobre hombre" deja sin trabajo a las empresas que cotizan y que mantienen con sus impuestos la base de la pirámide, pero que pronto tendrá que despedir a los obreros, porque Paco tramposo ,que no paga, va mas barato. Con ello conseguirán que aumente ese paro. Mientras la administración se tapa los ojos sin hacer nada por evitarlo. y como no, el vecino Carlos José de todos los Santos, que vino a España buscando un mundo mejor, cuando su prima le comentó que no la habían pedido los papeles porque el Partido Sociolisto quería ganar con ello las elecciones. Entonces se trajo a 15 de su familia, que ahora tienen que vivir hacinados y trabajan a la mitad o menos de lo que vale la hora, con lo que malviven y rompen el mercado de trabajo.
En fin, estos son dos apuntes mas de la realidad en la que estamos sumidos. Seguro que tú Jorge lo redactarás mejor.
sí hay que quitarse de encima a muchos, pero faltan los políticos que son pléyade.
ResponderEliminarporqué estan en la reunión de la junta directiva del pp personajes tales como:
el de la trserilla que pierde siempre en su pueblo, la celinda para que todo quede en casa, comelechazos, y otrs parasitos sociales.
siempre los mismos inaguantables, chupando del bote.
esos son una lacra y tiene razón el del virrey, a pesar de que jorge el liberal quiera taparle la boca.
ResponderEliminarfalta el virrey, la celinda y el indocumentado de mi hermano.
ResponderEliminar¡Jajaja!, yo también soy un Juan que ha cumplido y que no ha vivido por encima de sus posibilidades pero no creo que exista una "estafa piramidal de la socialdemocracia keynesiana denominada Estado del Bienestar", por varios motivos, algunos de los más importantes: que el keynesianismo no es socialdemócrata y no se define como ideología ni a través de principios ideológicos sino científicos (en la medida en que la aproximación de la economía a la realidad mediante la matemática y modelos es susceptible de ser considerada ciencia), que el Estado del bienestar no es culpable de la crisis ni desmantelarlo su solución, que el análisis de la crisis expone una clara implicación del estado (no del estado del bienestar, que es otra cosa) y (parece claro) de la corrupción en el problema pero no como culpables únicos ni fundamentales por lo que atacarlos a ellos y no a todos los responsables sólo traerá más crisis en el futuro... Todo lo demás sí es ideología y ganas de culpar a los rivales ideológicos de todos los males para tratar (equivocadamente) de matar dos pájaros de un tiro: crisis y rivales.
ResponderEliminarque la digan a la Celinda lo de Keynes, se cree que es un tipo de relleno para las arrugas.
ResponderEliminarni quién es Keynes, ni qué es la escuela austriaca, pero no lo sabe ni ella, ni el virrey, ni prácticamente ninguno de los políticos de esta provincia. A alguno quizá le suenen campanas. Su valía es ridícula, salvo para ponerse en medio de las cámaras. Porque gracia no tienen ni para posar. Ridículos.
ResponderEliminarPor lo demás tanto PP como PSOE hacen políticas keynesianas. Políticas que nos llevarán a la ruina absoluta. Pero, ¿y esto qué mas le da a estos politicastros, como apunta un lector?
Acerca del artículo de Jorge Castrillejo, ZP cogió el país con 2 millones de parados y lo dejó con más de 5. Rajoy lo cogió con esos millones y seguramente lo llevará a los 7-8 millones de parados. Estamos cerca de los 6. Pero claro, hay que pagar la corte del virrey. Esta y las otras 47 cortes pueblerinas llenas de ridículos y pomposos caciques con sus infinitos esclavos-sirvientes también pertenecientes a la castuza política.
Hoy jueves por la mañana. El virrey Riky paseando al perrito por la calzada. ¿Es que el sueldazo que cobra no le exige un poco mas de esfuerzo por los Españoles y Palentinos? ¿no le da verguenza?
ResponderEliminarPobrecito, yá trabaja mucho cuando va a Madrid, son agotadoras las sesiones del Congreso de los Diputados, aunque se pasan algún rato en la cafetería porque de lo contrario no aguantarían. El perro es lo mejor que tiene y debe pasearle, pobre perro...aunque podía ir a pasearle a Vilaumbrales o que se lo paseen por el Canal o en el barco que compró a la alcaldesa de Villaumbrales QUE VERGuENZA SI
ResponderEliminarUnos pasean perros (que aún no pillamos dónde está el problema) y otros se dedican a zampar lechazos a costa del contribuyente y a colocarse en medio de las cámaras para no decir ni hacer nada útil. Sólo figureo, al más puro estilo caciquil
ResponderEliminarcomelechazos hoy ha estado en la tele. se le ve agotado de trabajar.
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