
Los comentarios de mi anterior entrada me obligan a aclarar un par conceptos, amén de ampliar su contenido porque, igual, tiene razón el segundo anónimo y me ha salido un post con poca
“chicha”.Siempre he considerado que Carlos
Fernández Carriedo tenía que haberse presentado en 2003 a alcalde de Palencia, enfrentándose al líder provincial de PSOE y así, aunque perdiese, habría empezado a labrarse su camino como líder natural en la derecha palentina. Incluso debería haberlo hecho en 2007 pero para las próximas ya no. Si encabezara la lista municipal del PP en el 2011 demostraría que se equivocó al negarse en las anteriores ocasiones –arrastrando en la campaña el lastre de su impostura– y, además, estaría obligado no solo a ganar, sino a gobernar, porque de no ser así su mantenimiento como presidente de PP sería inviable. De todas formas, esto poco importa porque
Carriedo lo que ansía es ser ministrín de hacienda y, si los dioses se alían algún día, llegar a jurar el cargo como ministro del reino. Ya, en su día, él se veía como secretario de estado en un gobierno presidido por
Rodrigo Rato, pero ese gobierno nunca existió. Por eso nunca se arriesgará en nada, aunque esto le lleve a su muerte –política– por
inanición.
Rosa Cuesta no debió ser candidata en 2003, estaba claro que iba a perder. Tenía, como delegada de la Junta, algo de
“pegada” en la provincia pero en la capital nada de nada. En cambio si debió encabezar la lista en 2007, no hizo mala oposición, a pesar de esa errónea costumbre de no replicar al alcalde en el pleno sino al día siguiente en rueda de prensa. Supongo que pesaría mucho su oposición a que
Enrique Martín fuese candidato a la presidencia de la Diputación en 2003 y el hastío con la política que produjo en las personas que ella metió en el ayuntamiento.
José María Hernández siempre ha dicho que quería ser presidente de la diputación, aunque supongo que ahora que tiene cerca la posibilidad de ser ministrín
“pase” un poco del tema.

En las elecciones de 2003,
José Antonio Rubio Mielgo a punto estuvo de hacerle la cama a
Enrique Martín y quitarle la diputación, pero al final no le salió la jugada. En las elecciones de 2007 el candidato a presidir la diputación iba a ser
José María Hernández pero se encontró con un problema: según iban pasando los días, a la sede no llegaban las candidaturas de los pueblos. Esas candidaturas eran retenidas por los diputados provinciales que apoyaban a
Martín. Cuando en la dirección provincial fueron conscientes de que no podían resolver por si mismos este problema tuvieron que proclamar a
Enrique Martín como candidato a la diputación. Pero como no se fiaba, exigió la anormalidad de tener su propio cartel electoral.
Tras el escrutinio de las elecciones de 2007 solo un dirigente estaba contento,
Enrique Martín, no solo no perdía la diputación –se había barajado esa posibilidad, incluso
Heliodoro Gallego, en círculos privados, así lo había proclamado– sino que ampliaba en número sus diputados. A partir de ese momento se creyó que era el líder natural de la derecha palentina e inicia la operación “relevo de
Carriedo”.
Enrique Martín, sus diputados adeptos, sus asesores externos –que creen que la política se hace tomando cubatas en los cinaculos y mentideros de la provincia–, los asesores locales de
Ignacio Cosidó y el propio diputado nacional llegan a la conclusión que:
Carriedo no sirve como presidente y tiene que ser sustituido por
Martín. Este controlaría el partido y se encargaría de la sección local, y
Cosidó se centraría en Madrid. Esta idea era compartida por el secretario regional,
Alfonso Fernández Mañueco, que no había conseguido convencer a
Carriedo para que fuese al ayuntamiento de Palencia en las últimas elecciones, incluyendo una bronca discusión entre ambos. Pero todo se fue al traste cuando
Juan Vicente Herrera apoyó a
Carriedo para su reelección y para que no quedase duda envió a
Fernández Mañueco a ejercer de maestro de ceremonias en el congreso provincial, obligándole a recorrer toda la región en un mismo día.
Y con esto, por mi parte, cierro el tema del congreso provincial. Lo cual no es óbice para realizar matizaciones en los comentarios o tratar derivadas de este evento en futuras entradas. Tampoco descartemos que me desdiga, ya que no sería la primera vez.