jueves, 16 de abril de 2009

Vision del caso Losantos en la Fundación Burke

Soy consciente de no ser muy original al denominar al “lío” que hay entre la cadena COPE por un lado, y Federico Jiménez Losantos y Cesar Vidal por otro, como el “caso Losantos”, pero ahí queda.

La Fundación Burke ha dado su particular punto de vista –no sé quién firma el artículo– sobre el tema. Y como me parece interesante, me hago eco de ello:

Conjeturar cuáles pueden ser los efectos y consecuencias de las decisiones que se toman resulta siempre un ejercicio de alto riesgo, máxime cuando tales decisiones se toman en el ámbito de lo público. Y sin embargo es un ejercicio que no puede dejar de hacerse. Por ello, una valoración acerca de la decisión adoptada por la cadena COPE de prescindir de quien hasta hoy es su principal activo como director de La Mañana: Federico Jiménez Losantos, se hace ineludible.

Siga leyendo el articulo: “Las presiones a la COPE. Una derrota del catolicismo social”.

Al que no le hará ni pizca de gracia es al periodista católico Eulogio López.

7 comentarios:

  1. Pero, ¿le echan o no?, porque ahí sigue.

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  2. No echarle no pueden. Tiene contrato hasta el 31 de agosto y ha demostrado que los tiene cuadrados criticando al propio Coronel de Palma en su radio. Otra cosa será que continúe después o no. Se cree que la CEE ha cedido a las presiones y opta por el recambio, pero eso sería el suicidio de la COPE, lo que redundaría en perjuicio de la propia cadena. Además de que resulta ilógico que quieran quitarle de un espacio que funciona bien y tiene audiencia con la excusa o el ofrecimiento de compartir el programa nocturno de la Linterna. No tiene ni pies ni cabeza.

    Pero a los gerifaltes de la COPE se les puede poner la cosa jodida. Ni Nacho Villa ni ningún otro serán capaces de enganchar como lo hace alguien de la talla intelectual de FJL, pero también con su chispa y vehemencia a la que tantos están acostumbrados. De todos es conocida la amistas de Carlos Herrera con FJL que fue al programa televisivo del locutor de La Mañana, por lo cual, muchos de sus oyentes recalarían en Onda Cero esperando las novedades que se rumorearon ya en su momento.

    La que más tiene que perder es la COPE. Creyeron que apartando a Rouco Varela y librándose de FJL obtendrían el favor del gobierno socialista y del sector melifluo, centristoide y arriolano del PP, pero se equivocan. Y la primera, en la frente. Ya pueden quitar a FJL, que ante la crisis actual, el gobierno ya ha decidido girar a la izquierda y hacer bandera del aborto y la ley de libertad religiosa, o sea, que van a meter con mayor saña el dedo en el ojo a la Iglesia y sus fieles. Y tampoco la oposición va a arresigarse a que la acusen de ser abogado defensora de ninguna confesión religiosa o de sus líderes. Quitando a FJL sólo pierda la COPE, porque además con él se van -y ya lo han dicho- personalidades como César Vidal o Luis Herrero de las tertulias. En la práctica, la COPE quedaría reducida al rosario y no obtendrá ningún ingreso en publicidad o serán pírricos. Peor negocio no pueden hacer, aunque ya sabemos que la COPE no es propiamente una empresa.

    FJL no tiene problemas, y no precisamente porque conserve su plaza de profesor de lengua y literatura de la que está en excedencia. Ni siquiera por los libros que publica (De la Noche a La Mañana, el milagro de la COPE; Barcelona, la ciudad que fue; Historia de España, junto a César Vidal, o reediciones de Lo que queda de España, Con Aznar y contra Aznar, Contra el felipismo, y un largo etcétera), sino porque tiene el diario electrónico de opinión con mayor audiencia entre todo el sector poblacional de centro-derecha liberal, y especialmente los jóvenes, es decir, esa escuela de liberales que es Libertad Digital, y que también cuenta con licencias de televisión en algunas autonomías (Madrid, Com. Valencia, Región de Murcia) y cuyos programas se difunden internacionalmente por internet vía youtube) donde han recalado desde periodistas de la COPE como el propio Vidal o Dieter Brandau a muchos otros profesionales e intelectuales que auguran larga vida al fenómeno dirigido por Alberto Recarte. Es decir, FJL tiene diario electrónico y televisión, pero además se rumoreó no hace mucho la creación de Unión Liberal Radio, un proyecto radiofónico en el que colaboraría con una cada vez más consolidada Unidad Editorial de Pedro J. Ramírez, en cuyo diario sigue escribiendo sus "comentarios liberales" los lunes, miércoles y viernes, además de "Las cuatro esquinas" sabatinas. Al parecer, ya presentaron solicitud para la obtención de licencias, y en Madrid han debido de tener suerte. Por si fuera poco, algunos programas de LibertadDigital son emitidos en diferido por Veo Tv, la televisión de Pedro J. y es que si se unen éstos dos, el director de EL MUNDO y el hasta ahora locutor estrella de la COPE, Federico Jiménez Losantos, pueden crear una cadena radiofónica que tendría mucha fuerza si tuviera oportunidad de extenderse por todo el territorio nacional. Y aun así, a FJL no le faltarán ofertas, así que quien más pierde con todo esto, si finalmente se produce que está por ver, es la COPE y además FJL no tendrá reparos en cantarles las cuarenta a la cúpula actual, que apenas lleva tres años instalada, y FJL lleva vinculado a esa casa muchísimos más años y la conoce bien, pues recaló en ella cuando el famoso antenicidio de Polanco, Asensio y Godó financiado por Mario Conde, en aquel tiempo interesadísimo en tapar su agujero y hacer méritos con el Imperio de don Jesús.

    No sé si finalmente se consumará la salida de FJL, y por tanto de César Vidal, entre otros, pero si se perpetra semejante actuación, no es FJL quien más pierde, además de que le sobra talento para mantenerse en lo más alto por polémico que resulte, es la CEE y la cúpula de la COPE quien más puede perder. Sería su suicidio. Tiempo al tiempo.

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  3. Un gran artículo el de la Fundación Burke, creo que es el mismo que aparecía en el suplemento de Ideas de Libertad Digital y tiene mucha razón.

    http://revista.libertaddigital.com/una-derrota-para-el-catolicismo-social-1276236476.html

    Habrá que esperar a ver qué pasa.

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  4. Algunos se apresuraron a decir (léase el diario electrónico de Antonio Martín Beaumont) que habría sido Monseñor Cañizares el que habría presionado a Coronel de Palma, a pesar de Monseñor Rouco Varela, firme partidario de su permanencia en la COPE.

    Muchos saben que el clero nazionalista catalán y vasco empezando por el abad de Montserrat siempre han despotricado contra FJL y ciertos sectores clericales progres, fueran próximos a la teología marxistoide de la liberación, o fueran simples afines al PRISOE también han sido siempre hipercríticos contra el locutor de La Mañana de COPE, pero al parecer, que algunos partidarios en su momento como Cañizares cambiaran de opinión ha resultado más chocante. Y es que dicen algunos que no les importaba que desde la emisora se influyera políticamente y se estuviera a favor de la oposición durante la primera legislatura y en contra del gobierno, pero que era un error entrar enla crisis sucesorias del partido de la oposición previas al congreso valenciano, y que la defensa sin tapujos a favor de la presidenta madrileña y contra el líder nacional no debieron gustar a algunos sectores.

    Sin embargo, según sus defensores FJL no se guía por personalismos, sino que defiende o critica según las ideas, hechos, actuaciones y actitudes de cada uno. Por eso puede criticar duramente a quien antes defendió con total independencia, porque él sólo es fiel a las ideas. Y si acaso, como dijo en una entrevista a Sánchez Dragó, él puede ser leal a una persona -incluso líder político-, pero jamás incondicional de nadie. Ahí está y radica su grandeza. Pero otros prefieren ceder a las presiones. O eso se dice. En cualquier caso, y pese al dicho de que nadie es impresncindible, es muy difícil que puedan sustituir a FJL y mantener el tipo. Sustituirlo puede ser fácil, pero a lo mejor en un año se ha ido la cadena a la quiebra. Y muy pocos podrán ya no sólo conseguir la audiencia de un fenómeno social, periodístico, mediático y radiofónico como él, sino tan siquiera igualar su capacidad intelectual que le ha hecho referente de un amplio abanico de ciudadanos del centro-derecha liberal-conservador a través de los diferentes medios. Muchos piensan que los directivos de la cadena -presionados o no por Cañizares y otros- han actuado torpemente y si no enmiendan el embrollo, pueden pagar las consecuencias y salirles muy cara la salida de FJL y de todos cuantos vayan detrás. Ya lo veremos.

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  5. No me había fijado en el enlace a Eulogio López. Y me asaltan tres dudas:

    Una. ¿Quién es ese tío?

    Dos. ¿Qué hay de verdad en lo que dice sobre las intenciones de Vocento y demás?

    Tres. ¿Por qué no ha trascendido nada de lo que él dice?

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  6. Lo que sí salió fue lo que llama Radio Marca vinculado a Unión Liberal Radio:

    http://www.elsemanaldigital.com/articulos.asp?idarticulo=65021

    Pero de lo de Vocento ni idea.

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  7. Sería muy interesante, oportuno y pertinente rescatar aquí una columna publicada por FJL el 9 de abril de 2005 con motivo de la muerte de Karol Józef Wojtyła donde versaba sobre los "católicos y liberales" antes y después de Juan Pablo II. Por su interés:

    "Católicos y liberales, antes y después de Juan Pablo II

    In illo tempore, hic et nunc

    Federico Jiménez Losantos

    Columna publicada el 09-04-2005


    I / In illo tempore

    En aquel tiempo, finales de los años setenta, los liberales en España eran pocos y desorganizados. El franquismo había sido profundamente antiliberal, por desconfianza hacia la libertad individual y por un intervencionismo generalizado que, pese a todo, y de acuerdo con los valores más profundos defendidos por el bando nacional en la Guerra Civil, había permitido un desarrollo formidable de la propiedad privada y protegido los valores familiares, religiosos y morales ligados al catolicismo, que para los nacidos en los años cincuenta era, vaciado de contenido el Movimiento, casi la ideología popular española. Cuando los franquistas, en formidable acto de patriotismo y supervivencia, trajeron la democracia, aún quedaba franquismo, había escasos liberales y la democracia era una cosa que definía la Izquierda y aplicaba la Derecha.

    En aquel tiempo, la ideología rampante era el socialismo en todas sus variantes. Y los que veníamos de la militancia juvenil antifranquista (generalmente comunista, no había otra) y habíamos llegado por nuestra cuenta a la conclusión de que toda libertad política, toda continuidad nacional y toda prosperidad material pasaba por romper radicalmente con el socialismo, nos encontrábamos perdidos, sin maestros en la Universidad, sin medios de comunicación de orientación liberal, condenados a vagar por un yermo bibliográfico, dirigidos por una clase política de derechas, democrática pero de educación franquista, que, como demostraba el propio Adolfo Suárez, sintonizaba más con el Tercer Mundo y el Movimiento de No Alineados que con los Estados Unidos.

    En aquel tiempo, había liberales de sólida formación, la mayoría de ellos católicos y ligados al Opus Dei, pero salvo los círculos minoritarios que se creaban en torno a algunas cátedras de Universidad y que encontraron temprano acomodo en el Gobierno de UCD de la mano de Joaquín Garrigues Walker, su aislamiento era total con respecto a los millones de jóvenes sin experiencia política que iban aprendiendo sobre la marcha las diferencias sustanciales entre Derecha e Izquierda. Estos pequeños grupos ilustrados padecían el aislamiento sectario propio del Opus entonces y también la animadversión de los liberales agnósticos o ateos, provenientes de la izquierda, con los que competían y se anulaban mutuamente. Ninguno puso en pie un medio de comunicación que sintonizase con los jóvenes de inclinación liberal o conservadora, que vivaqueaban entre el “ABC”, el “Ya” y “Diario 16”. Es más: no pocos colaboraron y colaboramos en los primeros pasos de “El País”, apadrinado por Fraga y que en principio iba a ser el medio que aglutinase a la gente con una cierta idea de España y de la libertad, pero que en muy pocos años habría de convertirse en el principal enemigo del liberalismo español.

    En aquel tiempo, el gran problema para la afluencia de jóvenes españoles al ideario liberal era la crisis profundísima, abisal, abierta en la Iglesia Católica tras el Concilio Vaticano II. Tanto el socialismo como el nacionalismo antiespañol habían encontrado en los restos de ese monumental terremoto una cantera inagotable de dirigentes, afiliados y votantes, porque la gran mayoría de la población compartía buena parte de los valores católicos. De los que no habían arrumbado los obispos y los curas, que no eran pocos. Precisamente esa deriva hacia la izquierda socialista y nacionalista por parte de la Iglesia oficial abría una brecha casi infranqueable entre católicos y liberales no creyentes, que junto a la existente entre católicos de signo liberal o inclinación socialista aseguraban un futuro de fragmentación y caos ideológico en la Derecha política y sociológica.

    En aquel tiempo, la diferencia política esencial estaba entre los partidarios de Occidente y los del socialismo, cuya fuerza esencial residía en la URSS pero cuyo dominio de los medios de comunicación y educativos en la propia España era ya abrumador en los últimos años de la dictadura. (Por poner un ejemplo, yo estudié Sociología de la Literatura en la Universidad Central de Barcelona, en vida de Franco, teniendo como libro de texto el “Medio siglo de cultura española” del protosoviético Tuñón de Lara.) Mientras la democracia se iba asentando en España convulsamente, entre atroces crímenes terroristas de izquierda y reacciones civiles y militares de extrema derecha, el Socialismo Real avanzaba arrolladoramente en todo el mundo. Intelectuales comunistas y anticomunistas (que en general habían sido comunistas o simpatizantes en el pasado) afrontábamos “la lucha final” que canta La Internacional con trompetería triunfal. En aquel tiempo, con razón, porque su triunfo parecía cercano, casi inevitable.

    En aquel tiempo, tras el atormentado final de Pablo VI (al que el asesinato del político democristiano Aldo Moro por las Brigadas Rojas sumió en una terrible agonía personal y política, como prueba visible del abismo a que conducía la complacencia de una parte de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II con la Izquierda e incluso la extrema Izquierda) y el brevísimo paréntesis de Juan Pablo I, se había convertido en Papa un polaco llamado Karol Wojtyla, prácticamente desconocido fuera de ciertos círculos católicos y del que unos esperaban que trajera definitivamente el socialismo a la Iglesia y otros, los más dentro pero los menos fuera, que luchase a brazo partido contra el totalitarismo comunista, cuyos efectos devastadores, en lo moral y en lo material, conocía de primera mano por haberlos vivido y padecido en Polonia.

    En aquel tiempo, la vanguardia de la expansión comunista estaba en África y, sobre todo, en Iberoamérica y su principal ariete ideológico era la Teología de la Liberación, una mixtura casi grotesca de Evangelio para bebés y comunismo para universitarios con ínfulas de guerrilleros pero que demostraba en Nicaragua y otros países una eficacia devastadora. Contra ellos se alzaba en lo político y en lo militar la primera ministra británica Margaret Thatcher y el nuevo presidente norteamericano Ronald Reagan. Y en lo teológico, pero también en lo político, el nuevo Papa polaco, Karol Wojtyla, cuya militancia a favor de la libertad, cuyo papel en la creación de Solidarnosc, cuya decidida voluntad de restaurar los principios morales del catolicismo y acabar con la infiltración comunista le ganaron casi de inmediato la admiración de los liberales de todo el mundo. Y el odio de todas las izquierdas, con una virulencia comparable e incluso superior a la que dispensaban a Reagan y Tahtcher. Casi desde el final de las guerras carlistas, y medio siglo después de la Guerra Civil, era la primera vez que se producía un encuentro en la trinchera de la lucha contra el totalitarismo entre católicos y liberales españoles. Ese encuentro, incomprendido por unos y por otros, absolutamente espontáneo, hijo de la necesidad pero cada vez más asentado en los valores comunes, nacionales y morales, no ha dejado de dar frutos y de afianzarse hasta hoy. Y por encima de los liderazgos políticos, entre los que destaca Aznar, su hilo conductor ha sido siempre Juan Pablo II.
    Quien no haya vivido en aquel tiempo propicio a todos los liberticidios difícilmente entenderá hasta qué punto lo valoramos desde este mediocre aquí, en este triste ahora.

    II / Hic et nunc

    Aquí y ahora, la alianza estratégica de liberales y católicos españoles va ya por la segunda generación. La primera se creó, por resumirlo en una imagen, al ver al Papa levantando su dedo admonitorio contra Ernesto Cardenal, ministro sandinista, en Nicaragua. Eran, como diría Santa Teresa, “tiempos recios”, y la lucha contra el comunismo y la Teología de la Liberación eran una misma cosa, aunque no una cosa sola. Ante aquella imagen se delinearon los bandos que han marcado el devenir de Occidente durante los últimos veinte años. Llegaron las grandes movilizaciones populares contra el comunismo en la Europa del Este, pero al mismo tiempo se producían las grandes movilizaciones de la Izquierda en la Europa del Oeste contra Reagan, cuyo jaque mate a la dinastía roja de Andropov (el carnicero de Budapest en 1956, el jerarca del KGB y de la URSS que había urdido a través de Bulgaria, y un tal Alí Agca, el asesinato del Papa polaco) tuvo que aceptar su heredero, último de Lenin, el mediocre y fotogénico Mijail Gorbachov. La caída del Muro y la desaparición de la URSS marcaron un cambio radical en la política internacional y en las expectativas de buena parte de la Humanidad. Nunca ha vuelto a haber una alianza tan estrecha, tan profunda y vigorosamente sentida, entre los Estados Unidos y el Vaticano, ni entre los liberales agnósticos o ateos, judíos o protestantes y el Papa Wojtyla. Pero por muchas que discrepancias surgidas en torno a las guerras de los últimos años, nunca se ha roto.

    Aquí y ahora, cabe recordar que la última visita del Papa a España, ya muy enfermo, supuso la resurrección de la derecha social y política aglutinada en torno al Gobierno Aznar. Que los años de acoso antidemocrático y paragolpista por parte de la Izquierda en general y el PSOE en particular tenían contra las cuerdas al gobierno legítimo de la Derecha, de una derecha liberal-conservadora cuyos principales dirigentes son católicos y tenían y tendrán siempre por el Papa Wojtyla particular veneración. Y conviene recordar también que en su último discurso a millón y medio de personas en el paseo de la Castellana el Papa hizo un soberbio, emocionante, extraordinario discurso en defensa de la nación española, reivindicación irrenunciable que junto con el razonado respeto a la tradición católica y a la economía de mercado constituye el espinazo ideológico de la derecha actual, forjada por Aznar. Y en esa forja, la alianza de liberales y católicos pasó de ser un lance de Oposición a un hecho de Gobierno, y, por culpa de la masacre del 11M y su manipulación política, otra vez de Oposición. Pero nunca se ha tambaleado.

    Aquí y ahora, el Gobierno de todas las Izquierdas y casi todos los separatistas, presidido por Zapatero pero asegurado por el hormigón mediático de Polanco, ha desatado la más feroz campaña contra la Iglesia y los católicos que se recuerda desde la Guerra Civil. En ese empeño genuinamente totalitario y tradicionalmente socialista por demoler todos los valores del individuo, la familia, y la sagrada esfera íntima de convicciones y creencias, se trata de destruir precisamente la tradición católica y el presente liberal de la Derecha. Nunca, ni en los largos y tristes años del felipismo, liberales y cristianos se enfrentaron a un odio tan absurdo como real, tan disparatado como frenético. Y frente a eso, aquí y ahora, la derecha de siempre oye la COPE y la derecha más joven lee Libertad Digital. Sin aquel Papa que vino del Este, con la Libertad a cuestas, este pequeño milagro en Internet, que evita a los jóvenes españoles de hoy la atroz penuria intelectual que “in illo tempore”, padeció nuestra generación, seguramente no habría sido posible. Quizás, ni siquiera imaginable. Wojtila ha sido el admirable Santo Padre de los católicos pero también el Buen Amigo de los liberales. Perviva en nuestro recuerdo. Descanse en paz."

    www.libertaddigital.com/opinion/federico-jimenez-losantos/in-illo-tempore-hic-et-nunc-24241/

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