viernes, 10 de septiembre de 2010

Las gracietadas de UGT (III)



Recuerdo yo, que cuando fui a contratar la hipoteca de mi piso en mi bando habitual, el director de la sucursal, poniéndome una pistola en el pecho, me conminó para que pidiese más dinero, que era muy barato. Pero, triste de mi, me contuve las ansias consumistas y solo pedí lo que necesitaba para la compra del piso, procurando que la letra a pagar no superase el 30% de mis ingresos. Prudente que es uno.

Si la gente se endeudó por encima de sus posibilidades es porque quiso. No, si al final, Panrico tendrá la culpa de mi sobrepeso.

PD: “ONG en defensa de los gatitos”. El jefe un es un progre de tomo y lomo.

3 comentarios:

  1. Las tonterías que uno tiene que aguantar de aquellos que nos están llevando por el camino del desastre. Los sindicatos tienen un único papel fundamental, que no es otro que el de la defensa de los trabajadores, más concretamente, defender los derechos de esos trabajadores. En España, tanto UGT como CC.OO están perdiendo toda credibilidad ante el ciudadano de a pie, puesto que se han dejado llevar por los cantos de sirena de este gobierno a la deriva.

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  2. Jorge, lo de haberse hipotecado más de la cuenta y haber 'picado' el cebo consumista y sucumbido a las tentaciones (suicidas/asesinas) de los bancos (tasaciones-elefantiásis, tarjetas a go-go, prestamos personales hasta para pedicuras,...) también debe ser muy progre, visto el éxito de público.
    Cuando has puesto "banco habitual" y el dedo se ha ido a la 'd' (bando habitual) a ocurrido 'un duende' de esos que me encantan. A veces esos duenden sacan por internet verdaderos mensajes subliminales.
    Saludos

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  3. Y los titiriteros de la zeja ahora apoyando a los liberados sindicales, esa panda de vagos sin oficio pero con mucho beneficio a costa de los demás, asquerosos parásitos que son agasajados por esa corte de apesebrados que siempre se ponen del lado de los holgazanes, haraganes, perezosos y toda esa ristra de calificativos que tan bien se sabe Alfonso Guerra, obviamente por experiencia propia.

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Puedes opinar lo que quieras, siempre que lo hagas con respeto, pero recuerda que uno es reo de sus palabras y dueño de sus silencios, así que tú mismo. Ah, y yo solo me hago responsable de lo mío, que ya es bastante.